Prefacio

IMPORTANTE: Lea esto primero

El hecho de que esta sea la tercera edición[1] del libro en tres años ya demuestra que este es un trabajo en constante modificación. He aprendido bastante sobre la agresividad en perros domésticos a través de mis estudios y de mi trabajo como asesor de comportamiento. Este es un momento de crecimiento del campo del diagnóstico y tratamiento de la agresividad no deseada en perros. Los debates sobre cómo tratar a los perros con agresividad están al rojo vivo, basta citar a Brian Kilcommons, adiestrador y autor de Buenos dueños, buenos perros: «Dos adiestradores sólo se pueden poner de acuerdo en una cosa y es que el tercero está equivocado». Animo a las lectoras y lectores que estén estudiando para dedicarse profesionalmente al trabajo con perros o a quienes se enfrentan a la agresividad de su perro a que lean muchas fuentes diferentes sobre el tema y que formulen lo que crean que sea valioso y no tan valioso. Encontrarán la sección de lecturas sugeridas al final del libro y los animaría a que realmente REFLEXIONASEN sobre lo que leen.

La ciencia no nos proporciona todas las respuestas que necesitamos para tratar el tema de la agresividad en los perros. Siempre que es posible uso argumentos científicos. Utilizaré referencias cuando crea que la fuente apoya mis ideas. Lo que no aparece como referencia son mis propias asunciones u opiniones, basadas en mi experiencia o inferencias de la ciencia. Así que en vez de empezar cada frase del libro con «Por mi experiencia…» ya admito que las teorías que incluye el libro son mías. Creo que son correctas y que están basadas en lo que he aprendido en todo este tiempo pero también son discutibles y tal vez incluso incorrectas. Para que el campo del asesoramiento de comportamiento canino se convierta en una profesión basada en la ciencia y respetada, tenemos que ser claros en hasta qué punto la ciencia nos respalda, hasta qué punto estamos hablando de impresiones debatidas con otros compañeros que se consideran ciertas de forma general y lo que es teoría que no ha sido confirmada ni por la ciencia ni por impresiones debatidas con otros compañeros. Las teorías que presento en este libro están abiertas a revisión por el público y otros expertos. No quiero que se entienda que tengo la última palabra. La ciencia es un proceso.

Utilizo terminología apropiada y precisa, que iré definiendo a medida que la vaya usando. No hace falta conocer la jerga del comportamiento canino y el adiestramiento antes de leer el libro, la iremos adquiriendo a medida que vayamos avanzando. Esto facilitará también que cada cual siga estudiando y que entienda documentos que no definen la terminología. Si el lector es el dueño de un perro y no quiere liarse con toda la terminología y demás detalles, al final de cada capítulo hay una sección llamada «La lección». En esta sección reviso los contenidos del capítulo, sin jerga y de la forma más simple posible. Así que si nos resulta difícil leer un capítulo, «La lección» nos debería aclarar las cosas.

La razón por la cual he escrito un libro sobre agresividad es la siguiente: hay muchos adiestradores y asesores del comportamiento que dicen que la agresividad no debería tratarla el dueño del perro con un libro ni siquiera con una consulta telefónica al asesor. En primer lugar, no hay mucha información publicada en forma de libro sobre la agresividad canina. Sólo hay algunos libros, muchos de ellos no son fáciles de encontrar, muchos están desfasados. De los libros que existen no estoy de acuerdo con la mayoría de las cosas que incluyen así que me resulta difícil recomendar uno. Desde que se publicó la primera edición de este libro se ha publicado un buen libro al respecto. Se llama Agression in dogs (La agresividad en perros) de Brenda Aloff. ¡Merece la pena leerlo!

La siguiente razón es que la recomendación de «contactar con el adiestrador o asesor de comportamiento que tengamos a mano» simplemente no ocurre. La gente no tiende a seguir este consejo por distintas razones. E incluso si lo siguieran, no me resulta cómodo recomendarle al dueño de un perro que contacte con el adiestrador o asesor de comportamiento que tengan a mano porque sabemos que muchos adiestradores tradicionales todavía utilizan métodos que sabemos que no hacen más que empeorar las cosas. Es como una ruleta rusa, y no me siento cómodo recomendándole tales cosas al dueño de un perro. Desde que se publicó la primera edición del libro han aparecido algunas fuentes que pueden ayudar. La Asociación Internacional de Comportamiento Canino (www.IADBC.org) merece la pena. Recomiendo visitar su web.

Otra de las razones es que aunque los profesionales somos útiles, a fin de cuentas es el DUEÑO, el que debe comprender al perro y hacer el trabajo. El dueño de un perro agresivo debe convertirse en un experto y esto no siempre ocurre pasando una hora con un profesional, incluso si es una vez a la semana durante seis semanas. Creo que los profesionales tienen ahora mucha más experiencia que hace unos años, y más que los dueños en general, y pueden ver cosas que a estos se les escapan. Me encantaría que la gente pudiera ponerse en contacto y de hecho se pusiera en contacto con un asesor de comportamiento que esté al día y sepa lo que hace. Eso sería lo ideal pero por mi experiencia sé que no ocurre. Así que espero que al leer este libro el dueño considere las opciones que el libro define, que consulte con un asesor o estudioso del comportamiento, que desarrolle un plan de acción en vez de simplemente seguir tolerando el problema hasta que esté fuera de control. Esa es la razón por la cual he escrito un libro sobre un tema que en un mundo ideal debería tratar en persona un profesional cualificado.

El libro incluye mucha información. El experto en comportamiento camina sobre la cuerda floja: por una parte tenemos que evitar sobrecargar a los clientes con información y trabajo de forma que no se desconcierten y abandonen. Por otra parte debemos dar al cliente suficiente información y habilidades prácticas para que pueda llegar a cambiar su situación. Como propietarios tenemos la responsabilidad sobre NUESTRO perro mientras este siga siendo NUESTRO, de convertirnos en expertos sobre agresividad y readiestramiento. Es EL DUEÑO el que tiene que tratar el problema, no un profesional distante, porque es NUESTRA relación con NUESTRO perro la que necesita ayuda. Somos NOSOTROS los que tenemos que comprender plenamente los PRINCIPIOS sobre los que se asientan las líneas directrices generales porque la vida presenta gran variedad de situaciones. Cada perro tiene dos adiestradores en su vida: nosotros y el entorno. El entorno trabaja para cambiar su comportamiento 24 horas al día. Para ser eficaces, NOSOTROS, los dueños, DEBEMOS entender cómo le afecta a nuestro perro y cómo contrarrestar ese efecto. Si simplemente se nos dan unas indicaciones que tenemos que seguir una y otra vez ocurrirá que van a aparecer situaciones que no encajan en esas reglas. Estas situaciones son las que acaban con nuestros planes a menos que SEAMOS capaces de comprender cómo diseñar un plan nosotros mismos. Un dueño y adiestrador con conocimientos y eficaz comprende POR QUÉ se hacen las cosas y cómo afectan al comportamiento diferentes factores ambientales con lo cual es capaz de construir un plan desde cero. NOSOTROS tenemos que convertirnos en expertos, de forma rápida, y «callarle la boca» al libro diciendo que un conjunto de consejos rápidos o líneas directrices presuntuosas no serán de gran ayuda. Así que, como se verá, yo peco de dar mucho que hacer. Si nos desconcertamos y abandonamos, pues nos desconcertamos y abandonamos. Pero si nos quedamos ahí, recibiremos la información necesaria para tratar el problema que tenemos. Cuando se me presenta un cliente con un perro con agresividad, intento comprender cuál es el problema y luego ponemos en marcha un plan diseñado de forma específica. Pero después no me marcho y lo dejo todo ahí. Si lo hiciera mi tasa de éxito sería nefasta. Sigo haciendo consultas de seguimiento para comprobar los problemas inevitables que aparecen a lo largo del camino. Muchas veces hay que reajustar los planes y algunas veces hay que abandonar a favor de uno nuevo. Así que leamos con cuidado y absorbamos la información que está en el libro. Luego leámoslo de nuevo y estudiémoslo porque somos NOSOTROS los que tenemos que enfrentarnos al problema, no el libro, ni el adiestrador. NOSOTROS. ¿Tenemos ya la impresión de que es cosa NUESTRA (y de nuestro perro)? Queremos a nuestro perro, sino no estaríamos aquí. Pero tenemos un problema. Vamos a solucionarlo.

Si el lector es el dueño de un perro que tiene un problema real tendrá que hacer deberes. Necesitaremos un archivador para guardar los deberes y tomar notas. Cuando veamos la palabra DEBERES sabremos que tenemos que preparar algo para el fichero. El fichero acabará siendo una descripción completa y general del problema y lo que queremos hacer al respecto. Por favor no pasemos por alto estos ejercicios. Sé que es tentador pero la información que vamos a conseguir con ello es preciosa y no podemos tenerla toda en la cabeza. Y si decidimos contactar con un asesor para que nos ayude, necesitará toda esa información. A nadie le gusta hacer deberes pero a nadie le gusta tener un perro agresivo, ¿no? Pues bien, pongámonos a trabajar.