Como grupo los niños son el objetivo más frecuente de la agresión canina y cuando un perro muerde a un niño le hace mucho más daño que a un adulto. Las mordeduras a niños representan más de un 50% del total de casos y el 26% de ellas (frente al 12% en personas adultas) necesitan atención médica (www.dogbitelaw.com). La mayoría de las muertes ocurren como resultado de mordeduras de perros a niños (www.dogbitelaw.com). Las posibilidades de que la víctima mortal de un ataque de perro sea un niño son de 7 a 10 (www.dogbitelaw.com). Los niños con edades comprendidas entre los 5 y los 9 años tienen un riesgo especial (www.dogbitelaw.com). Debido a la alta representación de los niños en las estadísticas de mordeduras de perros este tema precisa atención especial.
Los niños lo hacen todo mal. Imitan a presas heridas. Gritan y se mueven mucho. Chillan y hacen ruidos. Abrazan a los perros (que pueden no estar preparados para este comportamiento a través del adiestramiento y la socialización). Les tiran del pelo, las orejas y el rabo. Les pegan. Se meten con ellos. Corren hacia el perro o se alejan de él corriendo. Además de esto, la mayoría de los perros que entran en contacto con niños no han sido socializados correctamente hacia ellos cuando estaban en periodos sensibles cuando eran cachorros. Esta falta de socialización hace que los perros, en el mejor de los casos desconfíen de los niños. Es un desastre en ciernes. Existe otro factor: los padres. Muchos padres se olvidan de que son animales y no personas pequeñas con pelos. Hay muchos padres que son paranoicos con los extraños pero luego permiten confrontaciones de alto riesgo entre sus hijos y los perros.
La decisión de tratar a un perro que es agresivo con los niños tiene que incluir varios factores. Contestemos a las siguientes preguntas y consideremos las conclusiones.
¿Nuestro perro ha mordido fuerte hasta penetrar la piel? Si la respuesta es «sí» estamos ante una situación muy arriesgada que podría resultar en un daño mayor o la muerte del niño. Tengo que decirlo claramente porque las estadísticas sugieren que alguien TIENE que decirlo clara y rápidamente. Los dueños de estos perros siempre están seguros de que el perro no va a morder a un niño. Nos podría ocurrir a nosotros.
¿Nuestro perro es agresivo hacia los niños que viven en la misma casa? Si la respuesta es «sí» entonces los niños corren un gran riesgo.
Si el perro es agresivo hacia los niños entonces existe la posibilidad de que entre en contacto con ellos en una forma no controlada del todo y entonces existirá un riesgo y el riesgo es mayor si no podemos garantizar que podemos controlar al niño y al perro. Me deja estupefacto ver a algunos padres que dejan que sus bebés corran por los parques caninos. Si pensamos que el riesgo es inaceptable deberemos considerar las opciones que tenemos. NO BUSQUEMOS NUNCA UN HOGAR NUEVO PARA UN PERRO AGRESIVO. Simplemente es demasiado arriesgado. La agresividad es una tendencia para toda la vida y el riesgo es simplemente demasiado alto. Si queremos salvar una vida, después de haber superado la pena, vayamos a una perrera y adoptemos un perro que no sea agresivo y que necesite desesperadamente un hogar. Existen demasiados perros sin hogar que no son en absoluto agresivos y que serían unos animales domésticos maravillosos sin arriesgar el bienestar de nadie. Podríamos salvar uno de estos perros con nuestra decisión. Pensémoslo mucho si vamos a mantener un perro agresivo hacia los niños en casa incluso si no tenemos niños. No hay llamada que dé más miedo al asesor de comportamiento canino que la llamada acerca de un perro agresivo hacia los niños.
A continuación presentamos algunas sugerencias que nos ayudarán a preparar a un perro no agresivo para la llegada de un niño, pero no he puesto a propósito las instrucciones detalladas sobre cómo enseñarle a un perro agresivo hacia los niños a relacionarse con ellos. El riesgo es simplemente demasiado grande. Para los compañeros asesores de comportamiento que están empezando: deberíais buscar unas prácticas en la que pudieseis trabajar con un profesional antes de tratar este tipo de casos. Simplemente es algo que requiere supervisión y experiencia, no un libro.
Si tenemos un perro y queremos tener hijos sigamos las siguientes líneas directrices. Muchas de ellas proceden del libro Child Prooofmg Your Dog de Brian Kilcommons y Sarah Wilson. Recomiendo a cualquier persona que quiera que interactúen el perro y los niños que lea este libro.
Empecemos ajustando el horario del perro desde este momento de forma que cuando llegue el niño el perro no se tenga que ajustar al nuevo horario de repente.
Dejemos de jugar en casa a cosas que exciten demasiado al perro. Mejor hacer fuera los juegos de este tipo siempre de modo que el perro no nos salte por encima y por los muebles sin importar dónde vaya a estar el niño.
Durante varias semanas antes de la llegada del niño empecemos a prestar menos atención al perro. Queremos que reciba más atención cuando llegue el niño y no menos.
Pongamos cintas de niños llorando, gritando y chillando. Cuando la cinta esté puesta comportémonos alegremente y con buen humor. Hagamos que el lloro represente cosas buenas. Desensibilicemos de forma sistemática estos sonidos.
Familiaricemos al perro con cosas como pañales, juguetes de niños, etc.
Démosle al perro juguetes que no se parezcan a los de los niños. Compremos los juguetes del niño y enseñémosle al perro a no tocarlos. Para esto, permitamos que escoja. Si elige uno de los suyos premiémosle y dejémosle jugar con él. Si escoge de forma incorrecta utilicemos la orden de dejar y animémoslo a agarrar el correcto. También podemos marcar más la diferencia aplicando un poquito de nada de Listerine a los juguetes del niño.
Socialicemos al perro con niños lo máximo que podamos en este periodo. Intentemos llevarlo con la correa floja. Trabajemos con el mayor número de edades posible. Nunca permitamos que un niño haga daño al perro y dejemos que el perro abandone si le apetece pero observemos las circunstancias de su abandono, si está cansado está bien. Si se va porque está incómodo desensibilicémoslo hacia la situación que lo puso así. Hagamos que sea un evento divertido con alabanzas y premios. Riámonos y divirtámonos (desde la perspectiva del perro) cuando haya niños.
Evitemos que el perro juegue con una muñeca esperando que se acostumbre a los niños. El perro la verá como un juguete y luego también verá al niño como un juguete.
Desensibilicemos al perro con respecto a las caricias de los niños. Démosle una caricia en la cabeza y démosle un premio. Démosle un poco más fuerte y démosle dos premios. Démosle un golpecito en la cabeza y démosle un premio. Démosle un golpecito algo más fuerte y démosle más premios. Démosle golpecitos con vigor y dejémosle varios premios delante de él. Toquémosle la oreja y démosle un premio. Tirémosle con suavidad de la oreja y démosle un par de premios. Tirémosle un poco más fuerte y ofrezcámosle más premios. Hagamos lo mismo con la pata y la cola. Intentemos que le guste que lo toquen de una manera en la que seguramente lo tratarán los niños. No olvidemos incluir los abrazos y ponerle ropa. Por supuesto tenemos que intentar con todas nuestras fuerzas que los niños no le hagan esas perradas pero preparémonos para errores inevitables.
Sobre todo tengamos en cuenta que los perros son animales con sus propias motivaciones y sentimientos. No son animales de peluche. Tengamos muchísimo cuidado cuando los perros y los niños están juntos y no lo racionalicemos o pensemos que no nos va a ocurrir a nosotros. No pensemos que NUESTRO perro NUNCA haría daño a un niño. Las estadísticas demuestran que muchas personas que estaban SEGURAS de eso estaban equivocadas.
Finalmente utilicemos otros recursos. Está el Centro de Comportamiento Canino Aplicado www.centerforapplieddogbehavior.com. Otro es la página web de Jennifer Shryock www.familypays.com.
Los niños y los perros juntos pueden llevar al desastre. Si un perro no está dispuesto a relacionarse bien con un niño o si un niño no está dispuesto a relacionarse bien con un perro entonces no deberían de entrar en contacto hasta que ambos hayan aprendido cómo. Si un niño es pequeño y no entiende o no sigue las normas entonces no debería vivir con un perro. El riesgo es demasiado alto.
Si esperamos un hijo y tenemos un perro sigamos las indicaciones que se han dado en el texto para preparar al perro para el cambio de estilo de vida. Si tenemos un niño menor de 9 años entonces esperemos y adoptemos al perro cuando el niño tenga edad suficiente para tratar con él de forma segura.
¡No dejemos nunca a un niño y a un perro solos, independientemente del riesgo que consideremos que entraña, nunca!