El primer paso de cualquier diagnóstico de problemas de agresividad consiste en excluir los problemas médicos que puedan causar o contribuir a la agresividad. Hasta que hayamos excluido todas las causas médicas no podemos establecer un diagnóstico de comportamiento. Un examen físico breve no es suficiente. Por desgracia muchos veterinarios no están familiarizados con la búsqueda de causas médicas al comportamiento agresivo. Busquemos un veterinario que conozca el tema. Tendremos que hacerle análisis al perro y seguramente otro tipo de pruebas.
Si hemos excluido las causas médicas entonces podemos empezar a hacer un diagnóstico de comportamiento. Una vez que obtenemos ese diagnóstico de comportamiento podemos pedir una segunda cita para hablar de la medicación. La mayoría de los medicamentos requieren análisis de sangre y seguramente otras pruebas para determinar definitivamente si la medicación es apropiada y segura, así que la primera visita habrá sido valiosa incluso si no se detectan problemas médicos.
La primera parte de nuestro diagnóstico incluye la identificación del objetivo. ¿El objetivo es humano, un perro u otros animales?
DEBERES: hagamos una lista de objetivos.
Repitamos el primer paso para definir el abecedario del comportamiento.
El abecedario se corresponde con:
El antecedente es lo que ocurre justo antes del comportamiento. Cada estímulo del entorno puede ser un antecedente. Si el perro muerde a alguien queremos saber claramente lo que provocó o activó ese comportamiento. En este caso hipotético queremos saber qué ocurría justo antes de que el perro mordiera. Queremos ser precisos y no dar cosas por sentadas. Digamos que un hombre desconocido se aproximó y estableció contacto visual con el perro cuando la dueña estaba presente. El hombre tenía vello facial o era especialmente alto. El perro iba de la correa y la dueña la tensó cuando se aproximó el extraño. Estos serían los antecedentes del comportamiento en cuestión.
DEBERES: hagamos una lista de los antecedentes de nuestro problema.
Nota: ¡NO provoquemos a propósito al perro para que responda de forma agresiva! Tenemos que hacer este ejercicio de memoria. No es necesario ni recomendable que provoquemos un episodio agresivo ya que resulta un refuerzo para el perro y puede crear un hábito.
El comportamiento puede parecer obvio pero tenemos que ser precisos en su descripción. En este caso el perro mordió pero también bajó la cabeza cuando se aproximaba el extraño, tenía las orejas hacia atrás y cuando el extraño estaba a un metro y medio comenzó a gruñir bajito. A medida que el extraño se acercaba al perro este dio un paso atrás y empezó a enseñar los dientes un poco. Cuando el extraño llegó justo delante del perro y estableció contacto visual el perro le mordió la pierna con un mordisco de nivel 3 (ver más adelante). Esta es la descripción del comportamiento. Como comprobaremos hay cierto solapamiento. Esto se debe a que a medida que pasa el tiempo habrá nuevos antecedentes y nuevos comportamientos.
DEBERES: describamos cada antecedente y el comportamiento resultante como se ha descrito anteriormente para nuestro problema.
Las consecuencias es todo lo que ocurre justo después del comportamiento. En ese caso el extraño retrocedió y se alejó del perro. La dueña actuó disculpándose con el extraño y se mostró obviamente nerviosa y luego se llevó al perro de la situación. Estas son las consecuencias del comportamiento en cuestión.
DEBERES: describamos las consecuencias de nuestro problema.
Ahora hemos escrito una lista detallada de cada una de las situaciones desencadenantes, la respuesta de comportamiento y las consecuencias que ocurren justo después. Si en nuestro caso el historial es largo y con muchos incidentes de este tipo seremos capaces de distinguir los factores coincidentes. Por ejemplo, si el denominador común que desencadena el comportamiento fue un extraño que establecía contacto visual mientras la dueña o el dueño tensaban la correa o que algunas víctimas fuesen altas y otras no, con todo esto comprenderemos los desencadenantes reales: extraños que establezcan contacto visual, no necesariamente los altos.
Igualmente si somos capaces de sacar las consecuencias coincidentes tendremos una lista más concreta y definida de las mismas.
El nivel de respuesta del perro nos proporciona el mejor indicador de gravedad del problema. Los perros son depredadores, pueden morder con fuerza suficiente para romper un hueso. Esto quiere decir que tienen la artillería para provocar daños enormes y que viven en unidades familiares. La agresividad y el morderse los unos a los otros tan fuerte como sea posible sería una propuesta demasiado costosa en cuanto a supervivencia de la manada y de la especie. Los perros han desarrollado un mecanismo para ritualizar la agresividad de forma que puedan maximizar sus beneficios (conseguir lo que quieren y necesitan) y minimizar el coste (daño). Los cachorros nacen mordiendo con un nivel de inhibición lo más bajo posible. Por fortuna tienen las mandíbulas débiles. La evolución también les ha proporcionado dientes de leche que son afilados como agujas. ¿Por qué? Para que obtengan información, entre ellos, sobre la fuerza de sus mordeduras y por lo tanto aprendan a inhibir la fuerza del mordisco. Esta es la base del uso ritualizado de la agresividad. Los perros u otros cánidos aprenden esta lección, con sus dientes de leche afilados, para cuando les salen los dientes de adulto. Un cachorro con dientes de leche tiene la capacidad innata de aprender la inhibición del mordisco, son pequeñas máquinas de morder. Por lo tanto podemos darnos cuenta de la dificultad de enseñarles esto a los adultos. Queremos establecer el nivel de inhibición que ha aprendido el perro hasta este momento de forma que sepamos si le tenemos que enseñar esto antes de nada y también conocer el riesgo al que nos exponemos nosotros y las personas de nuestro entorno. Es importante resaltar también que la fuerza del mordisco incluye un componente genético importante y que puede ser resistente a la modificación. Algunos perros muerden fuerte, da igual el aprendizaje que se les dé y no mejoran con los ejercicios de inhibición del mordisco. Estos perros con boca dura puede que tengan una deficiencia de serotonina. Un suplemento 5-HTP o antidepresivos tricíclicos pueden ser una estrategia valiosa para ablandar el mordisco o comenzar a enseñar su inhibición. También hay que mencionar que ciertas razas tienen una predisposición para la boca blanda, sobre todo los perros de caza. Esto no quiere decir que todos muerdan con suavidad, simplemente quiere decir que su mordedura suele ser mucho más inhibida que la de otras razas.
Existe un sistema estándar de clasificación de «mordedores» que nos ayuda a determinar el nivel de inhibición del mordisco. Hay un sistema separado para la mordedura perro-humano y la mordedura perro-perro. Cada sistema tiene seis niveles. Al lado del número se da una descripción breve de los comportamientos correspondientes y una descripción del equivalente humano. He modificado ligeramente el sistema original.
Nivel 1: Gruñe, enseña los dientes, ladra, mira fijamente, lanza una dentellada, no hay contacto (equivalente humano: una discusión o advertencia)
Nivel 2: Mordedura única, saliva, no hay punción (equivalente humano: empujar/apartar)
Nivel 3: Mordedura única, 1 a 4 punciones, la mitad o menos de profundidad del canino del perro (equivalente humano: ataque, puñetazo)
Nivel 4: Mordedura única, 1 a 4 punciones, más de la mitad de profundidad del canino del perro o movimiento de la cabeza mientras muerde; al cabo de dos días se notarán hematomas muy fuertes en las mordeduras (equivalente humano: ataque con daño corporal)
Nivel 5: Mordeduras múltiples, más de medio canino del perro de profundidad o movimiento de la cabeza mientras muerde; ataque (equivalente humano: el mismo)
Nivel 6: Fallecimiento (equivalente humano: el mismo)
Los perros que entran en los niveles 1 a 3 puede que muestren algún nivel de inhibición del mordisco. Si no han mordido hasta ese momento entonces no sabemos si tienen inhibición del mordisco o no. Puede que no se les haya provocado hasta ese momento para morder. Esto por supuesto no quiere decir que no muerdan suave o fuerte, simplemente en este momento no lo sabemos. En este caso tenemos que estudiar el historial del perro. Si lo retiraron de la carnada antes de las 7 semanas puede que no pasase suficiente tiempo con sus hermanos de carnada y padres para aprender las lecciones asociadas con la inhibición del mordisco. Si un cachorro no mordisquea a humanos cuando es pequeño entonces no sabemos en qué punto de fuerza está su mordedura. No ha tenido la oportunidad de aprender la inhibición del mordisco. Puede que tenga una boca suave o dura. Sólo lo sabremos si se le provoca para morder. Si los dueños no dan informes de mordedura fuerte cuando el perro es un cachorro porque les resulta demasiado embarazoso comentarlo o por otras razones, entonces el perro puede que no sepa que los humanos tienen la piel sensible. Estos niveles de 1 a 3 se pueden tratar con cierta facilidad porque tienen la mordedura inhibida.
Los perros que coinciden con el nivel 4 no tienen inhibición del mordisco y son peligrosos. Van a ser perros con los que resulte relativamente difícil trabajar dado el riesgo. Se debería intentar enseñarles la inhibición del mordisco antes de cualquier ejercicio de control de su agresividad.
Los perros de nivel 5 o 6 son extremadamente peligrosos. Muchos estudiosos del comportamiento o adiestradores no trabajan con mordedores de nivel 5 o 6 porque el riesgo es demasiado alto. Si un perro ha atacado o matado a alguien de la familia se recomienda que se sacrifique. El trauma psicológico que afronta la familia no se curará si el perro sigue en su entorno. Además la prognosis es mala. Seguramente habrá llamado la atención que hayamos añadido en la lista el movimiento de la cabeza mientras muerde. Un perro que agita la cabeza a un lado y a otro mientras muerde demuestra un comportamiento depredador o una irritación o ira extremas (siempre y cuando no esté jugando). Algunas razas como los perros de tipo Pit Bull han sido criados para agarrar, apretar los dientes y mover la cabeza mientras muerden. Por cierto, esto no es prueba de que los Pit Bulls «desencajen» las mandíbulas cuando muerden. Eso es un mito. Han sido criados para aferrarse y esto ha dado lugar al mito de que desencajan las mandíbulas. Este problema lo han exacerbado los dueños que les enseñan a cargar peso para aumentar la fuerza y resistencia. Otras formas de mordedura de estos niveles más altos implican múltiples mordeduras y/o aquellas que son en forma de ataque o que provocan la muerte del objetivo.
Recordemos también que las mordeduras son relativas: un Pit Bull de nivel 4 es una cosa y un Caniche Enano de nivel 4 otra diferente.
Nivel 1: Gruñe o lanza dentelladas, no hay contacto (equivalente humano: una discusión o advertencia)
Nivel 2: Mordedura única, hematoma/rasguño (equivalente humano: empujar/apartar)
Nivel 3: Mordedura única en el lomo, cabeza o cuello, 1 a 4 punciones, medio canino del perro o menos de profundidad (equivalente humano: ataque, puñetazo)
Nivel 4: Mordeduras múltiples de más de medio canino del perro o mordeduras en las patas o abdomen (equivalente humano: ataque con daño corporal)
Nivel 5: Mordeduras múltiples, incapacita/mutila (equivalente humano: el mismo)
Nivel 6: Muerte (equivalente humano: el mismo)
Los perros que encajan con los niveles 1 a 3 muestran algún tipo de inhibición del mordisco. Los que están en el nivel 4 o bien muerden varias veces y/o muerden en zonas tabú como el abdomen o las patas. Estos perros muestran una falta de inhibición del mordisco y son muy peligrosos. Si un cánido salvaje decide matar a otro, lo cual es poco frecuente y anormal, normalmente le destroza las patas al oponente y después cuando el otro cánido se arrastra y no es capaz de oponerse pasa a matarlo. Seguramente por eso los perros se muestran tan reticentes a que les toquen las patas. Los cánidos pueden recibir mordeduras fuertes en el cuello o la cabeza y no hacerles mucho daño pero es fácil que les causen heridas mortales si los mordiscos son en las patas o abdomen. Por eso morder a otro perro en esos lugares va totalmente en contra de las normas caninas no escritas. Así que si un perro hace esto está mostrando una falta grave de inhibición (igual que los hombres que violan) y puede que padezca una enfermedad mental. Un perro que incapacita o mata a otros perros no muestra inhibición y es muy peligroso. Por supuesto que es un tema complejo. El fenómeno denominado sentido depredador puede ocurrir cuando un perro normal interactúa con otro perro o cuando no funcionan las interacciones agresivas inhibidas. Normalmente esto ocurre entre un perro pequeño y un perro grande. Lo que ocurre es que están interac-tuando y luego el comportamiento del perro pequeño estimula el impulso depredador del más grande que responde de esa manera. Estos perros pueden atacar a otro más pequeño. El perro más grande puede comportarse de forma inhibida en condiciones normales y no mostrar ninguna agresividad. Si el problema del que hablamos incluye a un perro pequeño y uno grande tendremos que explorar el sentido depredador como posible causa de forma que no clasifiquemos al perro que ha atacado de forma incorrecta.
La prognosis (éxito o fracaso esperado) es una determinación difícil de establecer y debe considerarse en conjunción con diversos factores. Realmente es una tarea que deben realizar profesionales con años de experiencia. Algunos de los factores relevantes los vemos en la lista inferior y los comentaremos brevemente. Nos deberían dar una indicación de la prognosis al relacionar la información con el problema al que nos enfrentamos.
Objetivos del tratamiento. Si nuestro objetivo es que el perro ame a todo el mundo pase lo que pase seguramente estaremos avocados al fracaso y la prognosis será mala. Si nuestro objetivo es llegar a un punto en el que podamos manejar una situación de forma apropiada para que nadie salga herido entonces tenemos mayores opciones, dependiendo de otros factores nuestra prognosis puede ser buena. Seamos realistas en nuestros objetivos.
Gravedad del mordisco. Si el perro muerde a nivel 4 la mejor prognosis que vamos a obtener será probablemente moderada. Si la mordedura del perro es de nivel 5 o 6 la prognosis es mala. Representa un gran riesgo y se debería considerar seriamente sacrificar al animal.
Predictibilidad. Si somos capaces de predecir fácilmente los estímulos desencadenantes entonces la cosa va bien pero la prognosis empeora cuanto más difícil sea predecir los desencadenantes.
Capacidad de control. Si somos capaces de controlar al perro si es necesario, sea de forma verbal o física, entonces es un buen indicador para el riesgo y por lo tanto para la prognosis, pero cuanto menor sea el control que tengamos sobre el perro, peor será la prognosis.
Adiestramiento. Si el perro está bien adiestrado y responde a las órdenes entonces esto es un plus. En caso contrario tendremos que hacer bastante trabajo y la prognosis se verá afectada por esto, y también la capacidad de adiestrar al perro.
Capacidad de adiestrar al perro. Si lo motiva la comida y es atento (fácil de adiestrar) entonces tenemos un buen indicador de éxito. Si no lo motiva la comida pero tal vez sí el contacto social o un juguete entonces también estamos bien. La comida es más fácil de usar en muchos casos. Si el perro es hiperactivo o muestra otro tipo de dificultades (falta de atención o concentración) para conseguir su atención o para que deje de centrarse en una cosa entonces el readiestramiento será difícil y por lo tanto la prognosis será peor.
Motivación social. Si el perro siempre quiere estar con nosotros y siente una gran motivación social tenemos una buena señal. Si es más de tipo independiente y distante indica que le falta un amortiguador social y sugiere una prognosis mala.
Niños. Si hay niños pequeños en casa y el estímulo desencadenante está, aunque sea remotamente asociado, a algo en lo que podrían verse implicados los niños, entonces el riesgo es extremadamente alto y el perro no debería permanecer en casa. Si hay niños mayores la prognosis puede que mejore un poco dependiendo del estímulo desencadenante y de la madurez de los niños. Si el estímulo desencadenante tiene que ver con los niños y hay niños en el barrio el riesgo es significativo.
Personas mayores o con movilidad/capacidad intelectual limitada. Si hay personas mayores o con movilidad/capacidad intelectual limitada en la casa y los estímulos desencadenantes tienen alguna asociación incluso remota con algo que hagan estas personas entonces la prognosis es mala si el perro permanece en esa casa. Estas personas están en situación de riesgo porque no tienen muchas posibilidades de defenderse y porque muchos perros agresivos suelen ir por quien no puede defenderse. Estos dos grupos tienen que separarse, alguien se tiene que marchar.
Tamaño del perro. Si el perro es enano la prognosis es mucho mejor porque las razas enanas tienen muchas menos posibilidades de provocar daños graves. Pero no me entiendan mal: una mordedura de nivel 4 en un perro enano es una experiencia dolorosa. Cuanto mayor sea el perro peor será la prognosis y empeora considerablemente cuando hablamos de un perro de unos 18 kilos.
Raza. Siento tener que decir esto pero tenemos que afrontar los hechos: hay algunas razas que son más peligrosas que otras. Con los perros de tipo Pit Bull la prognosis puede ser mucho más baja que si la raza es un Collie. Sí, hay Collies muy peligrosos y Pit Bulls encantadores pero los Pit Bulls se excitan con más facilidad, de forma inmediata, no se calman rápido y no muestran señales precursoras de la agresión de forma tan clara como otros perros (Sternberg). Otras razas potencialmente problemáticas son el Chow Chow, Rottweiler, Dálmatas, Komondor y Shar Pei chinos. Estas razas tienen cualidades de temperamento peculiares que pueden afectar la prognosis.
Dinero. Otro elemento de prognosis desafortunado. Si no podemos permitirnos pagar a un experto en comportamiento, las pruebas del veterinario, equipo, etc., tendremos menos posibilidades de éxito. A lo mejor no es siempre así pero puede ser un factor decisivo en algunos casos.
Tiempo. Si no tenemos el tiempo suficiente para dedicarlo a adiestrar al perro cada día y trabajar en el plan de tratamiento entonces la posibilidad de éxito es muy baja.
Compromiso. Si no nos comprometemos de verdad con la gestión del comportamiento de nuestro perro en todas las situaciones entonces el riesgo es más elevado y la prognosis peor. Tenemos que estar atentos a su estado mental en todo momento y observar los problemas potenciales. Debemos ser capaces de gestionar situaciones de tensión y mantener esta vigilancia durante toda la vida del perro. Si no somos capaces de comprometernos en la gestión y el adiestramiento durante toda la vida del perro entonces aumenta el riesgo y la prognosis es peor.
Aplicación del tratamiento. Es posible que tengamos el compromiso de trabajar con un perro agresivo pero si somos incapaces de apreciar la importancia de cada paso en el readiestramiento y no cumplimos con los pasos correctamente, la prognosis será significativamente más baja.
Aspectos genéticos. Si una gran parte del problema es una enfermedad incurable o lesión o si la mayor parte del problema es de tipo genético o neurológico, entonces la prognosis será mala.
Duración. Si el problema persiste durante bastante tiempo y empeora, entonces la prognosis es mala. Si nos cuesta identificar los elementos desencadenantes, entonces es una indicación de que se ha dado una generalización lo cual refleja una prognosis mala.
Hay muchos elementos de prognosis de la agresión perro-humano que son relevantes para los casos de agresividad perro-perro. Algunos elementos de prognosis específicos para la agresividad perro-perro son los siguientes:
Agresión en el mismo hogar. Si los perros viven juntos, entonces la prognosis no es tan buena. Igualmente, si viven juntos y las zonas que se muerden son las patas o el abdomen entonces la prognosis es muy mala y los perros deberían sacrificarse si no podemos mantenerlos siempre separados. Esta decisión no es fácil y la gestión de este tipo de situaciones suele ser una tarea tremenda. En muchos casos simplemente no hay una perspectiva viable.
Agresividad mediada por el dueño. Si los perros que viven juntos están en conflicto permanente y el dueño tiene una influencia importante y él o ella pueden modificar su propio comportamiento entonces la prognosis es mejor que si el conflicto ocurre exclusivamente entre los perros o si el dueño no quiere o no es capaz de admitir su participación.
Impulso depredador. Si el problema tiene que ver con un impulso depredador en el que hay un perro grande que persigue o daña a perros pequeños entonces es un problema de instinto y la prognosis va a ser mala.
Si el nivel de mordedura es alto, entonces la prognosis será mala a menos que se controle de forma muy estrecha el contacto entre perros o que se evite del todo.
Si nuestro objetivo es que nuestro perro ame a todos los perros entonces la prognosis será más baja que si nuestro objetivo es simplemente la tolerancia y el autocontrol.
El diagnóstico de la agresividad implica identificar unas cuantas características del problema de comportamiento. El objetivo simplemente consiste en identificar si el perro es agresivo hacia personas y/o otros perros. La tarea es complicada. Queremos identificar las características comunes de lo que provoca la reacción en nuestro perro. Intentemos especificar lo más posible, limitar los desencadenantes fundamentales. Por ejemplo, no anotemos personas extrañas si realmente sólo son los hombres extraños. Si son hombres extraños entonces ¿son todos los hombres extraños o hay algún otro elemento que nos permita acotarlo más? ¿Son todos los hombres extraños o sólo aquellos con vello facial o los altos? Especifiquemos lo más posible. Hagamos una lista de todas las cosas que ocurren antes, durante y después de los acontecimientos para tener una idea de lo que provoca el malestar del perro, y de las posibles consecuencias que recompensan ese comportamiento. La gravedad es bastante objetiva, sigamos el cuadro que se presenta en el texto. Si hay punciones, que un médico determine la profundidad. Si fue algo que ocurrió en el pasado y no se determinó la profundidad con certeza hagamos una estimación con conocimiento de causa. ¿Se hizo presión y aparecieron hematomas significativos o simplemente la presión perforó la piel? ¿El daño se derivó de la presión de las mandíbulas sobre todo o del desgarro al intentar liberarse el objetivo?
Revisemos el capítulo uno y veamos si reconocemos alguna de las descripciones del inventario. Nos ayudará a orientarnos en el diseño del plan de tratamiento.
En cuanto a la prognosis. Si el riesgo es elevado entonces la prognosis no es buena. Si no podemos controlar al perro y está en nivel 4 o más, la prognosis no es buena. Si el perro entra en contacto con niños en algún momento la prognosis no es buena tampoco. Incluso si su problema no tiene que ver con los niños, la agresividad se generaliza y muta con rapidez, puede que sea un problema en el futuro próximo. Evaluemos el riesgo y nuestras capacidades y conocimiento de forma cuidadosa para determinar la prognosis.