Capítulo 2
Prevención de la agresividad

Cría

Hay un factor importante en el desarrollo de la agresividad canina que tiene que ver con cuestiones genéticas.

Si queremos obtener un perro agresivo es bastante fácil conseguirlo: todo lo que tenemos que hacer es empezar a criar perros que sean agresivos. Si criamos con los perros más agresivos conseguiremos muy pronto perros muy agresivos pero si criamos con perros que no son agresivos entonces conseguiremos una reducción significativa de incidentes de agresividad. La genética puede influir fácilmente en la estructura y la función del cerebro lo cual contribuye al aumento o la bajada de los umbrales que afectan al comportamiento agresivo. La gestión correcta de los periodos de desarrollo críticos es vital pero el primer paso es la genética. Como domesticadores de estos animales tenemos que prestar mucha más atención a la reducción de la agresividad y potenciar la socialización. El doctor Ian Dunbar ha sugerido en la conferencia de C.A.P.P.D.T. del año 2000 que tal vez no se debería criar con perros hasta que tengan 10 años: los perros agresivos no viven tanto y además así tenemos tiempo de ver cómo es realmente el perro. Estoy totalmente de acuerdo aunque tal vez 5 años es una edad aceptable, sobre todo para las razas que tienen una media de vida de 7.

Hay muchos criadores de pura raza, criadores de garaje, cría accidental o granjas de cachorros que producen animales sin considerar su temperamento. La solución a esto es un tipo de cría que se centre en la manejabilidad, temperamento y salud y no en el aspecto físico, así como la esterilización/castración y la prohibición de la venta de perros en las tiendas. Los perros de las tiendas de animales tienen un riesgo mayor de desarrollar agresividad. Los perros no deben criarse hasta que tienen ya un hogar esperándolos, de lo contrario los criadores tendrán que realizar adiestramiento temprano y socialización correcta. También se necesitan programas educativos para que los dueños comprendan cómo elegir un criador responsable y a un cachorro de la carnada. Se debe educar a los criadores y a los dueños sobre prácticas de adiestramiento y socialización correctas. Las normas de cría deben cambiar de manera que los criadores se sientan libres para centrase en el temperamento más que en el físico.

Si estamos considerando comprar un perro de un criador debemos asegurarnos de que el perro es sólido desde el punto de vista genético y de desarrollo.

Advertencia: muchos de los ejercicios que presentaremos pueden ser peligrosos, así que utilicemos nuestro sentido común y realicemos sólo aquellos con los que nos sentimos cómodos. Si no tenemos ningún miedo a los perros entonces tal vez NO deberíamos realizar estos ejercicios. Hay que ser prudente y parar el ejercicio si, por alguna razón, nos sentimos incómodos.

La solidez genética quiere decir que nos aseguramos de que los cachorros no provienen de padres agresivos y que las carnadas anteriores no han desarrollado problemas de agresividad. Podemos pedir referencias a gente que haya adoptado perros del mismo criador, y yo lo recomendaría, pero afrontémoslo como es: sólo nos darán las referencias de quien nos diga cosas buenas. Así que todavía más importante es conocer a los progenitores y alguna cría ya adulta y si es posible a los abuelos. Pidámosle permiso al criador para evaluar a los perros y preguntemos si los perros tienen en su historial comportamientos defensivos, sobre todo con extraños. Si lo tienen entonces seguramente no deberíamos adoptar un perro de ese carnada (criador). Preguntémosle si alguna vez le han dado el certificado de Buen Ciudadano Canino(BH). Esto nos indicará que el perro ha sido evaluado durante el manejo y por su comportamiento en un entorno con muchas distracciones. Esta es una buena señal. Cuando veamos a los progenitores valorémoslos por separado. Cuando nos aproximemos a ellos busquemos signos de nerviosismo. Si están nerviosos comprobemos cuánto tiempo les lleva recuperarse (calmarse). Si no se han acercado a nosotros en un minuto o dos después de que nos han presentado no adoptemos un cachorro de ese perro. También nos interesan los signos de interés social. El perro debería aproximársenos y mostrarse curioso, debería aceptarnos y si es posible buscar nuestra atención. Si parece que no les importa nuestra presencia en absoluto indica que son independientes. Para algunas personas los perros independientes son ideales pero también indica que puede que no tengan la contención social necesaria para mantener umbrales de tolerancia a niveles seguros. Utilicemos nuestro juicio. Queremos perros pro-sociales. Ofrezcámosle una recompensa para ver hasta qué punto lo motiva la comida, lo ideal es tener un perro al que lo motive la comida. Esto también le permitirá tomarnos cariño. Dejemos que el perro nos huela la mano y se acostumbre a nosotros antes de ofrecerle una caricia en el pecho. Luego pidámosle que se siente. Démosle unos golpecitos cariñosos en la cabeza. Después pasemos la mano por su lomo, sujetemos su pata con cuidado durante unos segundos, inspeccionemos sus orejas por dentro, comprobemos los dientes. Luego pongámonos de pie delante de él y mirémoslo a los ojos fijamente unos segundos. Debemos actuar de forma amable y cuidadosa con el perro. Si en algún momento muestra un comportamiento antisocial dejemos el ejercicio de inmediato y no adoptemos un perro de este criador. Buscamos un comportamiento pro-social absoluto. A la mayoría de los perros no les gusta que les toquen las patas o los dientes pero no deberíamos ver nada que no fueran intentos leves de apartarse. Si se pone tieso y gruñe entonces son malos indicadores. A lo mejor se nos da la oportunidad, o no, de comprobar lo siguiente pero si podemos va a sernos muy útil: pidamos que le den de comer un cuenco de comida y quitémoselo cuando esté comiendo. Hagamos que se interese por un juguete nuevo. Cuando se muestre muy interesado, quitémoselo. Si en cualquier momento nos incomoda la reacción del perro detengamos de inmediato el ejercicio. Una vez que hemos comprobado cómo son los progenitores y algunas de sus crías, hermanos, abuelos y estamos contentos porque son perros pro-sociales podemos asumir que los cachorros tendrán toda la solidez genética que puede asegurarse. En cualquier caso no puedo dejar de enfatizar esto lo suficiente: son ejercicios arriesgados, evaluar a un perro no está libre de riesgos. Si no percibimos muy bien lo que es una señal de aviso entonces no hagamos las pruebas, pidámosle a un profesional que lo haga en nuestro lugar.

Que un perro sea sólido en cuanto a su desarrollo quiere decir que los criadores envían perros a un hogar en el momento apropiado, que los adiestran de forma activa y los socializan antes de que vayan a su nuevo hogar. Hagamos preguntas abiertas como «¿qué tipo de adiestramiento habrá hecho con los cachorros antes de que yo los recoja para llevarlos a mi casa?». Lo mismo es válido para la socialización. Deberá considerarse que los perros van a vivir en un hogar y no en una jaula por lo que el criador ha de establecer los hábitos para que el cachorro sea limpio en casa. Deberían saber decirnos de forma detallada cuándo empezarán el adiestramiento y todavía más importante, que ya están exponiendo de forma sistemática y gradual al cachorro a estímulos nuevos de manera que los puedan gestionar con facilidad. Deberían asegurarnos que los expondrán a diferentes sonidos, tipos de gente, objetos, etc., y que lo harán a un ritmo apropiado que permita al cachorro hacer de cada nueva experiencia una experiencia positiva. Es posible que algunos criadores nos den respuestas generales y vagas, muchas veces porque no saben cuántos detalles nos interesan. Escarbemos algo más y hagamos más preguntas abiertas, pidámosles que nos expliquen mejor la respuesta con una descripción detallada de lo que se proponen para poner en marcha lo que nos han dicho que harán.

El siguiente paso es elegir el cachorro. En algunos casos no se nos permite elegir. A lo mejor están ya asignados antes del nacimiento o el criador usa su propio proceso de evaluación de cachorros para asignar el adecuado a cada cliente. Los duros y competitivos se los dará a dueños que puede que parezcan demasiado dominantes para un cachorro tímido. Lo ideal sería que se nos dejase escoger pero muchas veces esto no ocurre, lo cual no es necesariamente una indicación de un mal criador pero se nos debería informar del proceso exacto que se sigue para que lo entendamos bien. Un buen criador sabe mucho de cachorros y nosotros sabremos también mucho por la entrevista y las impresiones. Muchos buenos criadores no confían en los dueños sin experiencia a la hora de tomar la decisión correcta sobre el cachorro que les va bien. Cuando se nos da la posibilidad de elegir intentemos visitar al criador varias veces y realizar las mismas evaluaciones de temperamento en cada visita, es posible que un único examen no sea indicativo del comportamiento adulto del perro.

El primer paso es simplemente observar a los cachorros jugando juntos: busquemos al que se mete con todos los demás. Este suele ser el más grande y por lo general un macho, pongámoslo en la lista de los que debemos evitar si somos una familia común. Busquemos aquel con el que se meten más, seguramente es el más pequeño, pongámoslo en la lista de los que debemos evitar si somos una familia común. Los demás pequeñines que están entre estos dos son aquellos que debemos elegir. Pensemos que es como un espectro. Si nos gusta ser muy efusivos y mostrar gran entusiasmo puede que nos interese el perro que está más al final del espectro en dirección al perro que se mete con los demás. Si somos personas calladas y tímidas entonces deberíamos elegir más hacia el otro extremo del espectro. Recordemos aún así que un dueño tímido y un perro tímido pueden crear a veces problemas de miedo porque una personalidad acentúa la otra. Si somos tímidos seguramente tendremos problemas con un perro mandón así que aún queriendo evitar a los perros mandones será bueno que empecemos a mejorar la confianza en nosotros mismos de forma que el perro reciba señales de confianza más que de miedo de nosotros.

Llevemos a cada uno de los cachorros a una zona o habitación con bajos niveles de distracción. Cuando nos mire inclinémonos y démonos unos golpecitos en las piernas para atraer su atención y pedirle que venga, intentamos ver el comportamiento pro-social, antisocial o indiferente. Ahora alejémonos del cachorro y animémoslo a que nos siga. Lo ideal sería que nos siguiera con entusiasmo…

Ahora sentémonos en el suelo y toquemos al cachorro por todo el cuerpo. Revisémosle las orejas, los dientes, las uñas, etc., trabajemos con calma y de forma sistemática. A la mayoría de los cachorros les molestará un poco, algunos rodarán sobre su lomo o en casos extremos se orinarán. Ese tipo de perros serán los sensibles. Otros nos morderán la mano y tal vez nos gruñan en casos extremos. Estos perros también puede que sean demasiado sensibles y actúen de forma defensiva. Los que se lo tomen bien tal vez nos laman la mano y serán la mejor opción.

En el mismo contexto intentemos mantener al perro en posición de echado durante unos segundos. Lo ideal es que podamos mantenerlo en esa posición sin que se frustre demasiado. Intentémoslo también con el perro sentado.

Después démosle un juguete que le guste mucho, dejémosle jugar con él unos segundos y luego intentemos quitárselo. Lo ideal es un cachorro que quiera compartirlo con nosotros o que por lo menos nos lo deje sin demasiado forcejeo. Los cachorros que se escapan con el juguete puede que simplemente estén jugando o probándonos, pero si el perro nos gruñe o se pone tenso seguramente más adelante se muestre protectivo a menos que se le trate. En cualquier caso no queremos un proyecto de problema.

Luego mantengamos lejos de él una golosina o un juguete que le gusten mucho. Si persiste en lanzarse hacia él y se frustra cada vez más puede que signifique que le resultará difícil gestionar sus niveles de frustración. Mucha mejor señal es que lo haga pero que se calme rápidamente y se siente para que le demos la golosina o el juguete. Si se muestra demasiado tímido para acceder al juguete o la golosina puede ser un signo de sensibilidad alta.

La prueba final es el reflejo de sorpresa y retirada. Cuando el cachorro no esté mirando dejemos caer unas monedas al suelo a un metro y medio del cachorro y observemos: si no se asusta nada entonces es lo que llamamos un inmutable, no sabemos cuál es su nivel de retirada pero por lo menos sabemos que en esas circunstancias no se asusta con facilidad y que no muestra gran sensibilidad al ruido. Si se asusta queremos saber cuánto tiempo le lleva recuperarse: si se asusta y se acerca en un par de segundos entonces tiene un tiempo de recuperación bueno. A lo mejor se asusta pero si puede superarlo y recuperar la compostura rápidamente entonces no hay problema, si por el contrario le lleva varios minutos recuperarse entonces sabemos que en ese contexto en concreto tiene sensibilidad al ruido. Esto puede indicar que en general es un perro fácil de asustar, que es sensible a la novedad y que requiere mucho tiempo para recuperarse. Evitemos a este cachorro. Evitemos realizar estas pruebas a cachorros que tengan entre 8 y 10 semanas porque ese es el periodo de miedo y cualquier acontecimiento que los asuste puede traumatizar a algunos. No queremos causarles fobia de por vida a las monedas.

Finalmente, y si es posible, lo ideal es que nos acompañe un adiestrador profesional de perros que pueda realizar la evaluación. Este proceso lo matiza la experiencia y hay muchas zonas grises. Si realiza las pruebas un profesional los resultados pueden mejorar. Será dinero bien empleado.

Elección de raza

La selección de raza es fundamental para prevenir la agresividad. Si elegimos una raza que no se ajusta a nosotros el estrés y la frustración puede que provoquen problemas de agresividad. Si tenemos niños hay algunas razas que no deberíamos adoptar. Voy a echarle valor y recomendar que no se adopten las siguientes razas si se tienen niños. Esto no quiere decir que todos los perros de estas razas no se lleven bien con los niños o que no haya otras razas que habría que incluir. No me envíen cartas sobre esto, ya sé que es una generalización, no quiere decir que piense que estos perros son agresivos por naturaleza. En algunos casos el perro es demasiado pesado, activo o entusiasta para jugar con niños con seguridad. Los Dálmatas, los perros tipo Pitbull, Shar Pei chino, Chow Chow, Akitas, Rottweilers y Komondors. Lo siento si alguna de estas razas es su favorita pero he visto lo suficiente para estar convencido. Si somos personas sedentarias no elijamos razas que precisan mucha estimulación física y mental (por ejemplo, Border Collie, Jack Russel Terrier). Los Terrier en general son peleones y rabudos. Las razas de perros guardianes tienden a tener reacciones agresivas. Investiguemos las razas que nos interesan antes de adoptar un perro y pensemos en las cualidades de la raza que pueden ser un problema para nosotros y nuestro estilo de vida.

¿Por qué NUNCA se deben comprar perros en las tiendas de animales?

Los perros que se compran en tiendas de animales suelen estar infrarrepresentados en las estadísticas de los problemas de comportamiento. «En particular, en el caso de la agresividad por dominancia y los miedos sociales se demostró que eran más prevalentes de lo esperado en perros comprados en tiendas de animales…» (Serpell y Jagoe, 1995, p. 91).

«Resulta interesante el hecho de que los perros que se compran en tiendas de animales muestren peores resultados en cuanto a problemas de comportamiento porque esos cachorros suelen ser el resultado de una producción en masa de las llamadas granjas de cachorros donde se tiene poca consideración respecto a las características de temperamento… Estos animales también es posible que pasen por una socialización temprana inadecuada y la gama de experiencias anormales o traumáticas en esa fase temprana podría predisponerlos a desarrollar comportamientos adultos inapropiados» (Serpell y Jagoe, 1995, p. 91).

¡No compremos nunca un perro en una tienda de animales! Hay muchas tiendas de animales que no venden perros y algunas ayudan, a través de sociedades protectoras, colaborando en las adopciones de perros sin hogar. Apoyemos esas tiendas en donde se promociona la adopción y boicoteemos las que venden cachorros de las granjas de cachorros. Si nos dicen que sus perros provienen de «criadores locales» marchémonos inmediatamente. Cualquier criador reconocido no vendería nunca un perro a una tienda de animales. Los papeles no significan nada, son una formalidad y no nos dicen nada sobre la calidad o el temperamento. En una operación encubierta se pudo registrar un gatito como un Golden Retriever pura sangre. Los problemas de agresividad serán menos pronunciados cuando se prohíba la venta de perros en las tiendas de animales como ocurre en algunos países. Noruega tiene muy pocos problemas de agresividad y no venden perros en tiendas. ¡Hagámonos activistas por el bienestar de los perros!

Clases para cachorros

Las clases para cachorros son importantes. Si podemos hacer que el perro asista a clases dos veces por semana en lugar de una sola, mejor. Una vez que haya terminado las clases para cachorros llevémoslo a una clase de buenos modales básicos, luego hagamos que vaya a una clase de Agility u otro deporte canino. La interacción continua (pero con sensibilidad) con otras personas y perros desconocidos, lugares diferentes con actividades diferentes, hará milagros en el proceso de socialización. Incluso sugiero que se empiecen las clases de cachorros a las 10 semanas de edad. Asegurémonos de que las clases SÓLO utilizan métodos positivos, ni reprimendas, ni collares de castigo, ni correcciones con la correa. El adiestramiento con el clicker es una de las mejores formas de adiestramiento disponibles. Observemos una clase antes de ir con el perro para asegurarnos de que está bien. Nunca dejemos que nadie le haga nada a nuestro perro que no nos convenza. En una clase, delante del grupo, es fácil que un «profesional» sea desagradable con nuestro perro pero no debemos permitirlo nunca. Ningún buen profesional lo tratará con brusquedad, se esforzará más para motivarlo usando refuerzos. Deberemos observar a nuestro perro para identificar señales de que ve invadida su área crítica. Cuando hablamos del juego entre perros tenemos que tener cuidado: por una parte queremos que aprenda a comunicarse con otros perros y esto requiere una interacción brusca, pero si interferimos demasiado en este proceso de aprendizaje puede que el perro se vea sobreprotegido y no sea capaz de comunicarse de forma efectiva con otros perros. Esto puede llevar a que desarrolle un comportamiento defensivo. Por otra parte no queremos que se traumatice. Incluso una sola experiencia muy mala puede ser el inicio de un hábito de defensa que perdure toda la vida. No interfiramos en los juegos de los cachorros a menos que sea imprescindible. Si el juego se descontrola y los perros se excitan mucho retiremos a aquel que está «por encima». Si el perro con el que se metía quiere más y carga contra el perro que hemos retirado seguramente todo esté correcto, dejémoslos jugar otro rato, tal vez después de un breve periodo de relax. Si por otra parte permanece alejado dejemos que tenga su espacio. Hay muchas cosas buenas que pueden ocurrir en las clases en grupo: el perro aprende a entender algunas órdenes, se socializa, se estimula social, mental y físicamente, y se acostumbra a hacer lo que se le dice. Estos perros tienen menos probabilidades de volverse agresivos más adelante. Tienen cortezas cerebrales activas. Piensan más.

Socialización

«El cerebro crece de dos maneras: se hace más grande y cambia de forma. El nivel de crecimiento y la forma que adopta dependen de los tipos de estímulos ambientales que reciba durante las primeras dieciséis semanas» (Coppinger y Coppinger, 2001, p. 111).

«Cuando nace un cachorro tiene ya todas las células cerebrales de las que va a disponer durante toda su vida.

Si el cerebro del cachorro tiene exactamente el mismo número de células que el de un adulto, ¿cómo puede llegar a adquirir diez veces su tamaño? La respuesta es que el crecimiento del cerebro se centra casi en su totalidad en las conexiones entre las células. De todas las células que están presentes cuando nace, una gran cantidad de ellas no están conectadas. Lo que ocurre durante el desarrollo del cachorro es el patrón de vinculación de las células nerviosas. Algunos nervios realizan conexiones espontáneas, impulsadas por señales internas. Algunos nervios “buscan” un músculo al que vincularse. Otras conexiones están motivadas por señales externas. Externas al cerebro, claro» (Coppinger y Coppinger, 2001, p. 111).

«Un cachorro que crece en un entorno pobre tiene un cerebro más pequeño. Incluso si este cachorro empobrecido se traslada a un entorno enriquecido como adulto, no podrá aprender a gestionar ese entorno porque no tiene las conexiones neuronales necesarias. Una vez que el perro llega a las 16 semanas ya ha establecido (o no) casi todas las conexiones sociales que va a realizar en su vida» (Coppinger y Coppinger, 2001, pp. 112-113).

Programa de socialización básico

Los procesos de cría constituyen el potencial del perro. Una vez que tenemos un producto (el perro) el elemento más importante es la socialización. La gráfica anterior describe las influencias contrapuestas del instinto básico del perro a explorar y encontrar estímulos nuevos y la tendencia (sensibilidad creciente) a evitar los estímulos nuevos. Esto muestra de forma visual la ventana de oportunidad para la socialización durante la cual tenemos que exponer al perro a las cosas con las que tendrá que interactuar toda su vida.

La teoría más probable sobre por qué existe esa ventana de oportunidad para la socialización es que los cánidos en el entorno salvaje tienen que ser desconfiados ante los nuevos estímulos para poder evitar peligros. Si no hubiese mecanismos opuestos el cánido tendría miedo de todo. La manera de solucionar esto en los cachorros es que están bajo la protección de la manada o de la madre y al tiempo exploran situaciones con las que tendrán que interactuar toda su vida. Esto no resulta difícil en el entorno salvaje dado que existe un número limitado de estímulos a los que tendrá que enfrentarse el cánido, sin embargo en nuestro mundo la vida es más variable. A medida que el cachorro va creciendo aumenta la desconfianza. En este punto el cánido está ya familiarizado con todas las cosas con las que tendrá que interactuar en su vida. Es un sistema ingenioso. El ciclo de socialización funciona de este modo muy bien en el entorno salvaje, pero en nuestra sociedad un perro está expuesto a tantos estímulos nuevos que es casi imposible funcionar con esos límites. Por eso es tan importante la socialización. Si nos perdimos el periodo crítico entonces tenemos que intentar recuperarlo durante el resto de la vida del perro. Así que si perdemos el tren de la socialización todavía vamos a tener más riesgo de que desarrolle una agresividad basada en el miedo.

El doctor Ian Dunbar propone: «Más vale prevenir que lamentar» (Dunbar, 1999). A nadie le gustan los plazos pero nuestro cachorro tiene una pequeña ventana de oportunidad durante su vida temprana en la que tenemos que exponerlo al mundo de una manera sensible y positiva para que pueda crecer feliz y adaptado. Sin una socialización correcta tendrá riesgo de padecer diferentes problemas de comportamiento, entre ellos la agresividad. Hay muchos problemas de comportamiento graves y difíciles de modificar que se relacionan con una socialización inadecuada o inapropiada. El valor de remangarse y esforzarse durante la socialización no se puede infravalorar. Por suerte nuestro criador ya habrá empezado el proceso de socialización exponiendo al cachorro a ruidos, personas, niños, otros perros y otros estímulos ambientales. Ahora está en nuestras manos continuar el proceso.

Al igual que me interesa resaltar la importancia de la infra socialización como un problema importante, también es necesario entender que un perro sólo es capaz de gestionar un número limitado de cosas nuevas cada día, incluso si todas fueran experiencias positivas. Los perros se pueden estresar y cansar con las actividades de socialización, lo cual repercutirá en nosotros, así que mantengamos la socialización en límites moderados pero con continuidad y observemos con cuidado a nuestro perro para buscar signos de que se ve superado. Mantengamos una socialización constante, salgamos cada día en vez de salir durante mucho tiempo los fines de semana. Sobre todo hagamos que cada nueva experiencia sea un éxito.

El programa

Las asociaciones negativas duran toda la vida. Las asociaciones positivas las olvidamos con facilidad. Las primeras impresiones son muy importantes. De eso precisamente trata la socialización. Queremos que cada experiencia sea buena pero sobre todo la primera y queremos mantener las experiencias positivas.

De 7 a 12 semanas

Cuando traemos el cachorro a casa dejemos que el primer día se adapte a su nuevo hogar y luego empecemos a exponerlo poco a poco, y con sentido común, al mundo.

Intentemos que conozca a tantas personas como sea posible. Invitemos a que vengan amigos, parientes o compañeros de trabajo a verlo. Los cachorros no generalizan muy bien así que tendremos que tener en cuenta muchas cosas: un hombre es una cosa y un hombre con barba una diferente. Intentemos cubrir cuantos más grupos étnicos mejor, y ambos géneros, personas grandes y pequeñas, algunas muy viejas y otras muy jóvenes. Asegurémonos de que el cachorro interactúa con niños pero siempre en un proceso que le resulte agradable. Que vea personas con sombrero y sin él, algunas gritonas, otras tímidas. Es muy importante que vea personas que tienen miedo a los perros o que actúan con titubeos de forma que después no confunda ese extraño comportamiento. Intentemos exponerlo también a los uniformes si es posible: presentémoslo al cartero, a los bomberos y a la policía y que le den algún premio. Esto puede salvarle la vida más adelante en un contexto tan simple como que un policía se incline dentro del coche para pedirnos el carné. Es mejor espaciar un poco las visitas y que no vengan todos a la vez. Enseñémosle a cada persona a atraer la atención del perro con comida, o si el perro está cerca, pidámosle que se siente para saludar a las visitas y luego démosle una recompensa de comida o una interacción con juego. Nada de juegos bruscos. Si en cualquier momento gruñe no nos riamos, no tiene gracia ya que si nos reímos podemos reforzar lo que luego serán problemas para toda la vida. Si ocurre ignoremos totalmente al perro. Al mismo tiempo que aprende que todas estas cosas son buenas también estará aprendiendo con cuál comportamiento consigue esas cosas que le gustan. Asegurémonos de que un comportamiento deseado hace que consiga esas cosas pero los comportamientos no deseados no. La prevención es así de simple.

Intentemos presentarle cuantas más cosas nuevas mejor: paraguas, cajones, bastones, andadores, sillas de ruedas, carritos de la compra, etc. Pongámosle cintas de niños llorando, y dejémosle que huela los pañales si vamos a tener niños en algún momento. Usemos cuantas más cosas, mejor.

También sería bueno realizar algunos ejercicios de manejo. Esto va a habituar al cachorro ante cosas que más tarde va a tener que padecer, así que mejor que se vaya acostumbrando ahora. Cada pocos días pongámosle una camiseta, démosle algún premio y luego quitémosle la camiseta y marchémonos, ignorándolo durante unos minutos. Puede que más adelante tenga que ponerse un arnés, un vendaje o que a los niños se les dé por disfrazarlo. Mejor prepararnos ahora. Poco a poco vayamos tocándole las patas y comencemos a introducir el cortaúñas. En general a los perros no les gusta que les toquen las patas. En un contexto evolutivo tocarle las patas a un perro es tabú así que tenemos que convencerlo de que está bien. Complementemos esto con un proceso de premios y visitas al veterinario varias veces, simplemente para decir hola al personal y que le den una golosina. Si lo hacemos, es mejor llevarlo en brazos para reducir el riesgo de infecciones. Realicemos pequeños exámenes veterinarios en casa para que se acostumbre a ese proceso o incluso concertemos una visita con el veterinario para que lo pueda hacer un profesional.

Si lo vamos a llevar a exhibiciones o competiciones o si simplemente sabemos que va a tener un estilo de vida en el que va a estar con perros de forma habitual y queremos que se adapte bien a ellos es el momento de permitirle que interactúe con otros perros. El problema es que la inmunidad es más tenue en este momento. Igual que la inmunidad materna se va desvaneciendo, la inmunidad de la vacunación deja de actuar en unos 2 meses y hay mayor riesgo de infección. Hay muchos veterinarios que sugieren que se aísle el cachorro hasta que se le ponga una segunda o incluso una tercera inyección. Tendremos que tomar nosotros la decisión de hasta qué punto vamos a aislarlo. Tomemos una decisión que sea relevante para el estilo de vida que va a tener. Sabemos que las infecciones son peligrosas pero el aislamiento también lo es. La mayoría de los veterinarios tendrán que admitir que sacrifican muchos más perros por problemas de comportamiento relacionados con el aislamiento que cachorros infectados. Incluso los que no se sacrifican por infección pero sufren una enfermedad prolongada tienen riesgo de padecer problemas de comportamiento, seguramente debido al aislamiento derivado del tratamiento y la recuperación. Debemos tomar una decisión con información suficiente para saber hacia qué lado inclinarnos. Como ya se ha mencionado, si el estilo de vida va a requerir que se adapte a otros perros tendremos que socializarlo en este sentido. Si decidimos socializarlo con otros perros antes de completar la vacunación, vayamos con seguridad.

Se suelen ofrecer clases para cachorros de 8 a 14 semanas. Estas clases exigen buenas condiciones de salud y prácticas sanitarias estrictas. Los cachorros se llevan a la clase en brazos y los zapatos tienen que dejarse fuera del aula. La clase es un lugar estupendo para que el cachorro aprenda comportamientos de afiliación, que aprenda a comunicarse en lenguaje perruno. Si queremos esperar a las 14 o 16 semanas se va a perder algunas lecciones valiosas. No existen garantías de la efectividad de la socialización con un perro en particular pero aumenta su probabilidad. Hay otra opción que es invitar a los perros de amigos o familiares que ya se han vacunado y que estén bien socializados. Dejemos los zapatos fuera del alcance del cachorro. Es importante que el perro que nos visite esté bien socializado, sobre todo hacia los cachorros. No asumamos que esto es así siempre. Muchos, por no decir la mayoría, de los perros adultos son intolerantes con los cachorros. Un comportamiento inapropiado por parte del perro adulto puede traumatizar al cachorro. No nos apuremos a intervenir en estos incidentes. El cachorro necesita aprender a ser educado y un adulto bien socializado será tolerante pero le enseñará la lección cuando sea necesario. Estas lecciones pueden ser muy valiosas. Si un perro adulto se muestra demasiado desconfiado ante el cachorro y no quiere interactuar no forcemos la situación.

12-16 semanas

Si hemos escogido no exponer al cachorro a otros perros hasta que haya completado su vacunación, ahora es el momento de llevarlo a la clase de cachorros. Ahí aprenderemos cosas sobre el adiestramiento canino y el perro aprenderá a comportarse a la orden. También se verá expuesto a personas nuevas, perros y cosas novedosas.

Sigamos con el alto nivel de socialización hacia gente, perros, lugares y cosas nuevas. Vayamos a un centro comercial y permanezcamos ahí para que el perro pueda experimentar multitudes, hagámoslo de tal manera que sea una experiencia agradable para el cachorro. Si reacciona con miedo en cierto momento ignorémoslo aparentemente pero salgamos de la situación. No lo consolemos, eso sólo agravará el problema. Dejemos que la gente acaricie al cachorro. Sería buena idea darles una golosina y pedirles que le digan al cachorro que se siente antes de ofrecérsela. Vayamos a parques donde haya gente y también donde haya perros con frecuencia. El trabajo que hagamos ahora nos va a compensar el resto de la vida del perro.

16 semanas a 1 año

La socialización debe mantenerse, sobre todo durante el primer año. Sigamos exponiendo el perro a gente, perros y lugares nuevos de forma regular. Esto nos ayudará a garantizar, hasta donde sea posible, que el cachorro se convierta en un adulto bien socializado. Las clases de buenos modales básicos o de obediencia son una buena idea en este momento, también los deportes competitivos. Elijamos el deporte teniendo en cuenta de qué raza es nuestro perro y lo que nos parece divertido a nosotros. Esto le proporcionará una buena experiencia de relación con otros perros y lo mantendrá en contacto con el resto del mundo. Asegurémonos de llevar al perro al veterinario antes de empezar cualquier programa de ejercicio. Algunas razas más grandes deberían esperar hasta que sean un poco más mayores.

A partir de 1 año

Sigamos en contacto con el resto del mundo, saliendo e interactuando. Sigamos con las clases de adiestramiento en grupo y haciendo de las experiencias nuevas un evento agradable para el perro.

El principio de Premack y el acceso indirecto

El principio de Premack establece que los comportamientos menos probables (menos agradables) pueden reforzarse con comportamientos más probables (más agradables). Esta es la sabiduría de la abuela cuando nos dice «cómete la cena o no hay postre». En general es un buen principio cuando criamos un cachorro. Aprovechémonos de las cosas que le gustan para adiestrarlo a que haga las cosas a nuestra manera. Por ejemplo, salir es divertido pero esperar sentado pacientemente a que abramos la puerta no lo es tanto. Hagamos que las salidas estén condicionadas a sentarse pacientemente. Reforcemos sentarse pacientemente con salir a jugar. Este principio se puede aplicar a muchas cosas en la vida y usar de manera regular para que se habitúe a hacer las cosas como nos gusta o para que nos mire buscando nuestras indicaciones.

El acceso indirecto que tan bien ha explicado Jean Donaldson en El choque de culturas trata precisamente de dejar al perro que experimente cosas divertidas pero en vez de darle acceso directo, darle acceso indirecto. Acceder a las cosas buenas de la vida pasa por nosotros. Si le enseñamos al perro que la libertad es suya pero con nuestro permiso, entonces animamos al perro a buscarnos para recibir indicaciones y hace que responda mucho mejor a nuestra señales.

Si podemos recordar estos dos principios al criar a nuestro cachorro vamos a poner las bases para que el perro admita ser guiado. Esto hará mucho bien a la hora de prevenir la agresividad. En ediciones previas del libro y en otros escritos en este lugar hablé de NEGEV (nada es gratis en esta vida). Es básicamente lo mismo sólo que me refería a ello como NEGEV. Esto ha generado mucha confusión porque ha habido un malentendido generalizado sobre lo que significa. Hay muchas personas que creen que significa (sin tener en cuenta mi advertencia específica de no interpretarlo en este sentido) que el perro debería ser tratado como un recluta en algún tipo de campamento de marines en el que el sargento de guardia ladra órdenes y en general hace la vida del recluta (el perro) imposible y un infierno. Por favor, tomen nota del cambio de terminología. Ya no uso el término NEGEV para evitar este tipo de interpretación. El principio de Premack y la noción de Acceso Indirecto NO hablan de dominar al perro o intimidarlo y coartarlo. De lo que tratan es de aprovecharse de las situaciones del día a día para adiestrar al perro. También debería ser divertido para él. No es divertido para todos si no se hace bien.

Compartir posesiones

Los perros son animales protectivos. Puede que no entiendan el concepto de propiedad pero saben lo que tiene valor para ellos y que lo quieren. También les resulta muy frustrante y amenazante que se les quite algo que valoran a menos que los preparemos de antemano. Nuestro objetivo será habituar al cachorro a que se le quiten sus posesiones. Tendremos que enseñarle que es algo bueno para él. Cuando está concentrado mordiendo un juguete valioso acerquémonos y retirémosle el objeto. Justo al instante ofrezcámosle una golosina y luego devolvámosle el objeto. La golosina deberá ser muy apetitosa. El hígado frito suele ser adecuado. Escondamos la golosina para sorprenderlo. No queremos poner en marcha un hábito de utilizar señuelos con el perro pues aprendería a diferenciar cuándo se le ofrece y cuándo no y sólo toleraría o respondería cuando esté presente el señuelo. Así pues, sorprendámoslo con la golosina por dejar el objeto. Intentemos variar los objetos que le quitamos. También le podemos dar la orden «deja» o «suelta» pero algunas veces quitémosle directamente el objeto. Sabremos que lo estamos haciendo bien cuando el cachorro parezca contento de renunciar al objeto e incluso lo haga de forma voluntaria cuando nos acercamos, simplemente porque le merece la pena. Este ejercicio nunca termina, a lo largo de la vida del perro cuando le quitemos algo intentemos darle una golosina a cambio.

Evitar que las cuestiones de espacio personal se conviertan en cuestiones de seguridad personal

Los perros tienen un «área crítica» igual que las personas. Es ese espacio individual fluctuante que lo rodea y que si se supera hace que se sienta incómodo. La distancia, a las personas u objetos, que necesita un perro va a depender de:

Cuando se invade el área crítica, se siente ansioso o frustrado y muestra comportamientos defensivos. En un principio estos signos incluyen comportamientos cut-off (señales de calma) y puede que también intente alejarse. Cuando se viola su área crítica repetidas veces hace una defensa más activa. Ocurren dos cosas: empieza a anticipar la necesidad de mostrarse defensivo lo que crea una situación de desencadenamiento de los mecanismos de defensa activa habituales. En segundo lugar aprende de cada situación lo que le funciona mejor y lo que no para evitar esa incomodidad. La mayoría de las personas cree que los perros no tienen un área crítica o que deberían tolerar o incluso gozar con la invasión de la misma. La mayoría de las personas tampoco reconoce los comportamientos defensivos más sutiles o pasivos como aquellos de tipo cut-off o el significado de que un perro abandone un lugar. Esto lleva a que la historia continúe. Los comportamientos cut-off y de alejarse, si no funcionan ni proporcionan confort (alivio) y la incomodidad aumenta, disminuyen las opciones. Sólo en el momento en que el perro le echa los dientes o muerde a alguien el dueño se da cuenta de que puede haber un problema. La negación tiene un papel muy importante igual que una falta de conocimiento básico sobre la psicología del comportamiento canino defensivo.

Las cuestiones de espacio personal se convierten en cuestiones de seguridad personal cuando la incomodidad se convierte en miedo. Cuando el perro empieza a tener un problema de seguridad personal con cierto estímulo resulta extremadamente difícil o casi imposible hacer que vuelva a ser un problema de espacio personal. Un perro que siente que tiene un problema de seguridad personal se defenderá, así de simple. El siguiente paso es la generalización. El perro empieza a hacer asociaciones con varios estímulos que marcan un contexto cuando comienzan la ansiedad o la frustración. Muy pronto los estímulos relacionados con estas asociaciones se convertirán en desencadenantes. Pronto será muy difícil identificar los desencadenantes habituales y la agresividad se hará menos predecible.

Esta espiral hacia el pozo es significativa porque es la génesis de la mayoría de los problemas de agresividad en perros domésticos. Nuestro objetivo será:

Para esto debemos primero:

Después tendremos que:

El resultado de estas resoluciones será una socialización sensible pero sólida. En el día a día tendremos que prestar atención al lenguaje corporal del perro. Si se muestra reticente o nervioso tenemos que sacarlo de esa situación. No queremos añadir castigos o refuerzos a las respuestas aversivas del perro así que es fundamental que lleguemos a un equilibrio entre sacar al perro de una situación difícil con darle el menor refuerzo posible en el evento. En otras palabras, saquemos al perro de la situación sin hacer aspavientos.

Ejercicios de manejo

Si podemos persuadir a nuestro perro de que el manejo es algo bueno tendremos seguramente menos problemas más adelante. Esto no quiere decir que a todos los perros les llegue a gustar que los toquen. Algunos puede que no, da igual lo que hagamos. El cachorro debería verse expuesto a todo tipo de manejo, incluidas las visitas al veterinario, limpieza, ponerle botas y chaqueta. La mayoría de los cachorros son escurridizos pero no se alteran terriblemente si los tocamos. Hagamos de un examen físico o poner una camiseta y zapatos un acontecimiento habitual. Démosle muchos premios y asegurémonos de que es divertido para el perro. Actuemos con rapidez y sonriamos. Con algunos perros tendremos que ir despacio. Agarrémosle una pata y démosle una golosina incrementando un poco más de tiempo cada vez. Dejémosle que olisquee el cortaúñas y démosle un premio. Luego apretemos el cortaúñas cerca de las uñas y démosle otro premio. Luego cortemos un cachito de uña y démosle 4 premios. Hagamos lo mismo con cada tipo de manejo, debe ser de forma gradual y lenta, acompañado de premios, diversión y juegos. Para las razas grandes o gigantes, recomendamos los cortaúñas con protector. Sólo permiten cortar un poquito de uña de cada vez, y el protector permite que el proceso sea mucho más rápido y fácil, con menos estrés. La desensibilización sigue siendo necesaria y recomendada pero se reducen las posibilidades de lesión, lo cual nos ayuda a crear un buen historial de seguridad.

Ejercicios con el cuenco de comida

La mayoría de la gente hace todo tipo de cosas erróneas con la comida, durante la etapa de cachorro del perro y la progresión natural luego es que proteja su plato de comida. No promovamos que el perro coma aislado. Una sugerencia es que ni siquiera le pongamos un cuenco durante las primeras semanas en las que tenemos al perro. Esto resolvería más problemas que el de proteger el cuenco. Démosle de comer en la mano a cambio de buenos comportamientos. También le podemos dar la comida en un cubo Búster para estimulación mental o como parte del adiestramiento con juguetes para rellenar con comida. Veamos lo que tenemos que hacer:

Paso 1. Preparemos la cantidad de comida que se le va a dar al perro ese día y pongámosla en una bolsa lista para usar.

Paso 2. Ofrezcámosle parte de la comida en un Kong o un cubo Búster como parte del adiestramiento para que aprenda qué objetos puede morder, sus juguetes.

Paso 3. El resto de la comida se la daremos toda junta por haber obedecido. Deberíamos recompensar cualquier tipo de obediencia o señales de deferencia. Cualquier otra cosa que haga y que nos guste y que nos interese debe ser premiada.

Paso 4. Después de varias semanas introduzcamos el cuenco. Pidámosle que se siente y cuando lo haga coloquemos algunos trozos de comida en el cuenco. Asegurémonos de que le damos la señal de liberación antes de que vaya a por la comida. Intentemos encaminarlo hacia el éxito. Liberémoslo antes de que vaya a por la comida. Si va antes de que lo liberemos quitémosle la comida y recordémosle que se siente. Si repetimos esto unas cuantas veces empezará a aprender que puede acceder a su comida pero sólo si lo liberan antes. La comida depende de los buenos modales. Si vemos que tenemos que quitarle muchas veces la comida puede que estemos provocando frustración, que es algo que queremos evitar. En ese caso deberemos considerar que vamos demasiado rápido. Liberemos al perro antes y vayamos avanzando poco a poco.

Paso 5. En combinación con el paso 4 también podemos darle de comer con el cuenco en nuestro regazo. Simplemente sentémonos con el cuenco en nuestro regazo y dejemos caer un puñadito de comida en él. Esperemos hasta que se termine esa cantidad antes de darle algo más.

Paso 6. De vez en cuando acerquémonos al cuenco mientras come y dejemos caer algún premio sabroso.

Paso 7. De vez en cuando acerquémonos, quitemos el cuenco y ofrezcámosle un premio sabroso; coloquemos el cuenco de nuevo en su sitio para permitirle que siga comiendo.

Paso 8. De vez en cuando acerquémonos, levantemos el cuenco del suelo, ofrezcámosle un premio sabroso y pongamos el cuenco de nuevo en el suelo para que continúe comiendo.

Paso 9. De vez en cuando acerquémonos y démosle una caricia mientras come y dejémosle un premio especial por las molestias ocasionadas.

Paso 10. Démosle de comer en la mano unas cuantas veces por semana.

Paso 11. Démosle de comer en la mano una vez por semana durante toda la vida del perro.

La lección

Tengamos mucho cuidado con el lugar en donde adquirimos nuestro perro. No lo compremos nunca en una tienda de animales o de un criador que no quiera colaborar para determinar si el cachorro es el adecuado para nosotros. Elijamos la raza que se ajuste a nuestra personalidad. Conozcamos a los padres del cachorro, si es posible, y comprobemos que son equilibrados. Luego valoremos a los cachorros y seleccionemos el que se ajusta más a nuestra personalidad. Si somos grandes y decididos no llevemos un cachorro sensible y si somos de tipo sensible evitemos el más echado para delante y también los nerviosos.

Si adoptamos un perro de una perrera lo mejor es uno que ya tenga una personalidad más o menos desarrollada. En ese caso prestemos atención a los informes que haya preparado el personal o a lo que nos cuenten. También vayamos a ver al perro por nosotros mismos. Si parece que está bien entonces decidámonos.

Una vez que tenemos el cachorro hagamos los ejercicios que se explican en el texto. Si trabajamos de forma sistemática durante este periodo tendremos muchas menos posibilidades de tener problemas de comportamiento defensivo más tarde.

Recordemos los puntos clave del adiestramiento y utilicemos ese adiestramiento en todo momento para que el perro tenga que hacer algo para ganarse a cambio alguna de las cosas buenas de la vida. Si conseguimos que trabaje para conseguir lo que le gusta tendrá más propensión a seguir órdenes más adelante.