MÚSICA

Si yo supiese, ay, para quién sueno,

podría murmurar siempre como lo hace el arroyo.

Si adivinase que a los niños muertos

les gusta oír el tañido de mi estrella interior,

que las niñas de antaño al escucharme,

ondean en torno a mí con el viento nocturno,

que acaricio con calma la muerta cabellera

de alguien que ardía de ira…

Pues qué sería la música si ella no fuera mucho más allá de cada cosa.

Ella, viento que pasa, seguro que no sabe

dónde ha de interrumpirnos la mudanza.

Que amigos nos escuchen está bien, es verdad,

pero no habita en ellos tanta paz

como en aquellos otros que no podemos ver;

esos sienten más hondo un canto de vida:

son agitados con lo que se agita,

terminan cuando el son ha terminado.

Muzot, agosto de 1924