¿No es como respirar
este perpetuo juego de mudanzas
entre encanto y renuncia?
Cuando aquello que apenas era un hálito
se condensa de nuevo en un rostro cercano.
Mundo y faz: cómo entre ellos se desbancan
y cómo extrañamente se asemejan:
no es uno más que el otro…
Ayer con los relieves lejanos me saciaba.
Hoy me faltan
la vista que se alza y una boca.
Ragaz, mitad de julio de 1924