CHAL [2]

Igual que para aquel que se arrodilla delante de la Virgen,

los nombres se abalanzan no atendidos:

rosa, casa, manantial, estrella;

y bien sabe que, aunque vengan nombres,

no alcanza nunca el nombre a su significado.

… Así, mientras lo miras, el levemente desplegado centro

del chal de cachemira, que renueva su negro

desde aquel dobladillo estampado de flores

hasta aclararlo luego en el borde del marco

y un espacio crea para el espacio…:

te das cuenta de esto: que delante de él

e infinitamente los nombres se disipan,

porque él mismo es el centro.

Y sea cual sea el modelo de nuestros propios pasos,

rodeando un vacío semejante, nosotros deambulamos.

Berna, octubre de 1923