[¡OH QUÉ SILENCIO EXISTE EN TORNO A UN DIOS!…]

¡Oh qué silencio existe en torno a un Dios! Cómo resulta audible

cada mudanza en el entrechocar del chorro de la fuente

contra el agua aquietada en el mármol oval.

Y enfrente, en el laurel, un tacto: dos o tres

hojas fueron rozadas por una mariposa que delante de ti

pugna tambaleándose adentro del soplido que se interna en el valle.

Y a ti entonces te llega el recuerdo de un día, de otro día

en el que ya aquí mismo te pareció perfecto

el silencio que existe en torno a un Dios. ¿Y acaso no fue a más?

¿No es aún mayor? ¿No va en aumento acaso?

¿No pugna como una resistencia

frente a este palpitar del corazón, latido que se quiebra

en un suspenso mudo, dentro del día…? ¿Mas dónde?

Allí está.

Muzot, febrero de 1922
Del ámbito de Los Sonetos a Orfeo