[¿MAS CUÁNDO, CUÁNDO…]

¿Mas cuándo, cuándo, cuándo bastarán

la palabra, el lamento? ¿Es que acaso no ha habido

maestros que han urdido el lenguaje de los hombres?

¿Por qué entonces experimentos nuevos?

¿Acaso no redoblan, no redoblan

los libros al oído de los hombres, cual campana insistente?

Si entre un libro y el otro el cielo silencioso se aparece,

gózalo…

O también un bancal de tierra en su simpleza por la tarde.

Más que los mares, más que las tormentas

han gritado los hombres.

Qué exceso de quietud habitará el espacio que queda entre los

mundos

para que el grillo suene todavía

entre nosotros que gritamos siempre, siempre, siempre;

para que aún se vislumbren las estrellas calladas entre el éter

que hemos inundado con los gritos.

¡Oh pudieran hablarnos los lejanos, los viejos, los viejísimos

padres…!

Y entonces escucháramos: por fin, por fin oyentes, los

primeros

hombres que escuchan.

Muzot, febrero de 1922