LA MANO

El pequeño herrerillo

extraviado en el cuarto:

hasta veinte latidos de tiempo ha dejado en una mano.

Mano humana. Determinada a proteger.

Proteger sin poseer.

Pero

ahora en el alféizar

libre

alojada en su miedo permanece

ajena

a sí misma

y a los alrededores:

el universo que no reconoce.

Ay así de desconcertante es una mano,

incluso cuando salva.

En la mano más caritativa

hay suficiente muerte todavía

y ha habido dinero.

Muzot, final de 1921