COMIENZO DEL AMOR

Oh sonrisa, primera sonrisa, nuestra risa.

Cómo era todo una sola cosa: respirar el aroma de los tilos,

escuchar el silencio de los parques,

de repente quedarnos mirando el uno al otro

como aturdidos hasta sonreír.

En aquella sonrisa había recuerdo

de una liebre que enfrente, hacía muy poco,

jugaba entre la hierba; ésa era la niñez de la sonrisa.

Pero más gravemente fue fundiéndose

con ella el movimiento

del cisne que más tarde vimos cómo cortaba

el agua del estanque en dos mitades

de tarde sin sonido. Luego fueron las cimas de los árboles

contra el puro y el libre y el siempre ya futuro

cielo nocturno: orlaron la sonrisa

para evitar acaso el cautivado

futuro en nuestro rostro.

Munich, principios de año o verano de 1915
Ámbito de las Elegías de Duino