De noche quiero hablar con el ángel
por si él reconoce mis ojos.
Si de pronto pregunta: ¿contemplas el Edén?,
yo debería decir: el Edén arde.
Deseo alzar mi boca hacia él,
dura como una boca sin deseo.
Y si el ángel dijera: ¿presientes el vivir?,
yo debería decir: vivir consume.
Si hallara en mí ese gozo
que se vuelve perpetuo en su espíritu,
lo elevaría en sus manos,
yo debería decir: el gozo se extravía.
Irschenhausen, septiembre de 1914