«DEBES MORIR, PUES LAS HAS CONOCIDO»

(«Papiro Prisse», de las sentencias de Ptah-hotep, manuscrito del antiguo Egipto de en torno al año 2000 a. C.)

«Debes morir, pues las has conocido».

Morir de la indecible floración de la sonrisa.

En sus manos ligeras morir.

Morir por las mujeres.

Deja que el joven cante

a aquellas portadoras de la muerte,

cuando deambulan alto atravesando el espacio del corazón.

Que al cantar las apele «¡inalcanzables!»

desde su pecho floreciente:

ay cómo son extrañas.

Sobre las cimas del sentimiento de él

salen ellas, derraman

la noche traspasada de dulzura

en el abandonado valle de sus brazos.

El viento que producen al alzarse

hace murmurar el follaje de su cuerpo.

Sus arroyos se alejan reflejando.

Más que en una mayor conmoción

guarde silencio el hombre ya crecido.

El a quien sin senderos

ha extraviado la noche

en las montañas de sus sentimientos:

él, que guarde silencio.

Como calla el marino, el más anciano,

mientras los soportados terrores en él juegan

como jaulas que tiemblan.

París, julio de 1914
Ámbito de las Elegías de Duino