Qué es lo que hoy te empuja a volver tu mirada
al jardín agitado con una brisa inquieta,
por el que hace apenas un instante
aún surcaba de sol una llovizna.
Mira cómo tras él va recobrando el verde su rigor.
Oh ven, oh yo pudiera,
como tú, descuidarme del peso de los árboles.
(Pues si uno se cayera en medio del camino,
habrían de ser llamados varios hombres
para poder alzarlo. ¿Hay algo más pesado en este mundo?)
Bajaste con estrépito los muchos escalones
de piedra; lo he oído.
Pero ahora no haces ruido alguno.
Y ya me quedo solo en el sonido
conmigo, con el viento… mas de pronto
un ruiseñor se escapa, se esconde bajo un soto.
Escúchalo en el aire: cómo está, cómo queda,
extenuado acaso o no acabado.
Tú lo oyes conmigo,
¿o es que estás ya ocupada en la otra cara
de la voz, la que ahora se aparta de nosotros?
Duino, primavera de 1912
Ámbito de las Elegías de Duino