[DAVID]

Ay si el rey me llamara de nuevo a su presencia:

el empuje de su melancolía

exprimiría mis cantos como lentos

y dorados aceites de aquel fruto

cortado de mis años.

O tal vez desearía estar con él de nuevo y alcanzarle

su espada para el duelo

y rezagarme un poco,

ligero en la excelencia del trabado combate.

O quizás todavía: soñar que me ha mandado

al confín de su reino

a tomar una esclava

del harén de su jeque más lejano.

Y a través de las noches estrelladas,

sobre la principesca montura de un camello

llevaría yo a aquella que me fue encomendada:

casi alma tan sólo.

París, verano de 1909