Olvida, olvida, vamos
a ver tan sólo cómo
las estrellas penetran
por un cielo nocturno, iluminado;
cómo escala la luna
por sobre los jardines a lo alto.
Ha mucho ya sentíamos
que en lo oscuro es todo más espejeante,
que una claridad nace y es una sombra blanca
en el reflejo de la oscuridad.
Pero ahora tomemos sin reserva
el camino que nos conduce al seno
de un mundo que es de luna.
París, verano de 1909