ESBOZO PARA UN DÍA DE SAN JORGE

(Propiedad de la princesa Marie von Thurn und Taxis-Hohenlohe)

Pues deslumbra, pues nadie podría soportarlo,

por eso nos lo tienen siempre oculto los cielos.

Imagina que el peto y la testuz del corcel

irrumpen entre nubes matutinas

por encima del patio del castillo,

que el caballo desciende a la antigua avenida

con el baile prudente y alegre de sus cascos,

rodo él acorazado, con la armadura arando lentamente

como nieve su estela de esplendor.

Mientras tanto, de plata, sobre corcel de plata,

impasible ante el frío y la neblina,

va subiéndose el yelmo enrejado y brillante

—por el viento del alba el penacho agitado—:

y la argéntea figura en la empinada cuesta

se hace entera visible, sonando en un goteo de reflejos;

entonces, del alzado guantelete va creciendo una lanza,

un único fulgor que alcanza qué confines

desde el callado patio que en torno a él se cierra.

París, agosto de 1907