LA NOCHE DE EQUINOCCIO

(Capri, 1907)

Una red de veloces mallas hechas de sombras

se arrastra sobre aquellos

caminos de jardín que ha trazado la luna,

como si algo cautivo se moviese allí dentro

y alguien que está lejos

lo estuviera abrazando largamente.

Aroma prisionero que permanece reacio.

Mas de repente es como si una ola

desgarrase la red en un claro lugar

y todo escapa; todo huye y pugna.

Revolotea otra vez ese que conocemos hace mucho:

viento nocturno entre los duros árboles,

mas en lo alto están, fuertes y diamantinas,

en espacios profundos y solemnes las amplias

constelaciones de una

noche de primavera.

Capri, marzo de 1907