[CONTEMPLA, ¿NO RESIDE ALLÍ SONRISA?…]

Contempla, ¿no reside allí sonrisa? ¿Acaso no esta allí,

en campos que rebosan de abundancia,

aquello que nosotros conducimos hasta una pequeña floración,

cuando nos ocupamos de izarla en nuestro rostro?

Nocturna partitura indescifrable,

¿dónde está el intervalo que puede apoderarse de tus límites?

¿Dónde —dime— la voz que comprende tus cimas?

¿Y qué hombre sostiene el bajo de tu abismo?

¿Es que ya no podemos perpetuar del ser

la pura efervescencia hasta ese punto

en que, junto a un exceso de significación,

se colma de contento en distancias acordadas?

Allí es donde su curso desemboca, tras caída y resistencia,

regocijado en todo aquello que se ha abierto,

dividiendo su flujo en brazos silenciosos,

el adorante, el tornado caudaloso.

(Oh mitad ignorada de los mundos enteros, que se cierra

sobre esta ignorada mirada que yo alzo.)

París, noviembre de 1913