[ENTONCES SERÁ EL ÁNGEL…]

Entonces será el ángel ciertamente

el que bebe despacio de mis rasgos

el vino esclarecido de visiones.

Sediento, ¿quién te ha llamado aquí?

Y que tú estés sediento, tú en quien la catarata

de Dios en cada vena se arroja: que tú tengas

también sed: abandónate a la sed

(¡cuánto me has conmovido!).

Y, mientras fluyo, siento

lo seca que tenías la mirada;

y estoy tan inclinado encima de tu sangre

que hasta inundo tus cejas, las puras.

París, finales de 1913