Empanadillas de manzana

de la abuela Livi

Hay dos formas de hacer esta receta. Una más difícil y otra más fácil. Aunque ningún caso es complicado. Salvo que seas Toni.

La forma difícil:

Pela las manzanas y trocéalas quitándoles el corazón. Te vale prácticamente cualquier tipo de manzana. Córtalas en dados. Comienza con dos o tres manzanas, y luego, si te sale bien, aumenta la cantidad.

Cuece las manzanas a fuego lento con el agua, el azúcar y mucha canela. Si quieres, le puedes añadir un poco de nuez moscada. No te puedo dar cantidades exactas porque todo depende de ti. Prueba hasta que la receta salga a tu gusto. No utilices demasiada agua, porque, aunque queremos reblandecer las manzanas, no conviene un exceso de almíbar. Si quieres, puedes espesar el jugo con un poco de maicena.

(Nota para principiantes: la maicena hay que mezclarla previamente con un poco de agua FRÍA, de lo contrario saldrán un montón de grumos).

Utiliza la receta para la base (que no es más que pasta quebrada) que usamos para hacer la tarta de calabaza. Extiende la masa y córtala en círculos. El tamaño depende de ti y de lo grandes que quieras las empanadillas. Pon una cucharada de manzanas cocidas en una de las mitades del círculo y cúbrelo con la otra. Usa un tenedor para sellar los bordes. Fríelo en una sartén con el aceite caliente pero sin que humee, de forma que queden crujientes y no flojas. Primero por un lado y luego por el otro. No es difícil, pero se tarda un rato.

Ve colocándolas sobre una rejilla de horno bajo la cual habrás extendido papel de cocina a fin de absorber el exceso de aceite. De esta forma evitamos que se reblandezcan porque no entran en contacto con el papel.

La forma fácil (y más sana):

Ve a la tienda y compra la masa quebrada ya preparada. Sigue las instrucciones que he dado más arriba y utiliza edulcorante en vez de azúcar. Si quieres, puedes añadir un poco de azúcar morena.

Corta la pasta tal cual he explicado antes y ve colocando las empanadillas en una fuente de cristal previamente untada con aceite o mantequilla, o recubierta con papel de horno para evitar que se peguen. Hornea durante unos 10 minutos a 200 °C, hasta que las empanadillas estén doradas y crujientes.

A menos que seas una persona patológicamente sincera (como diría Boone), puedes mentir y decir que tú lo has hecho todo (incluida la pasta quebrada). De esta forma, la gente pensará que te has pasado el día entero en la cocina. ¿Quién va a enterarse?