Los dos más grandes humoristas que conoces son Kafka y Borges. “La lotería en Babilonia”, y El proceso son regocijos de principio a fin. Recuerda que Max Brod cuenta que cuando Kafka le leía pasajes de esta novela Kafka casi se tiraba al suelo de risa con lo que le acontecía al señor K. Sin embargo, el efecto que el libro te produce es trágico. Tampoco es inoportuno recordar lo que ha pasado con el Quijote: sus primeros lectores se reían; los románticos comenzaron a llorar leyéndolo, excepto los eruditos, como don Diego Clemencín, que gozaba mucho cuando por casualidad encontraba una frase correcta en Cervantes; y los modernos ni se ríen ni lloran con él, porque prefieren ir a reír o a llorar en el cine, y tal vez hagan bien.