LAS MEJORES INTENCIONES

star01

Pat:

Ha pasado mucho tiempo; con suerte, el suficiente.

Si todavía no has hecho pedazos esta carta, por favor, léela hasta el final. Como habrás descubierto, en este momento de mi vida soy mucho mejor escritora que interlocutora.

Todo el mundo me odia.

¿Sabías que tu hermano vino a mi casa y amenazó con matarme si me ponía en contacto contigo? Su sinceridad me asustó lo suficiente para que te escribiera antes. Incluso mis padres me han reprochado que me hiciera pasar por Nikki. Mi terapeuta dice que mi traición puede que no sea perdonable y, por cierto, no deja de repetirme la palabra «imperdonable»; podría decir que está muy decepcionada conmigo. Pero lo cierto es que lo hice por tu bien. Sí, esperaba que de una vez por todas pusieras punto final y pasarás página con Nikki. Querrías pegarme un tiro, sobre todo porque somos una gran pareja de baile, disfrutamos corriendo, la vivienda en la que vivimos es similar y, afrontémoslo, los dos estamos luchando mucho para mantenernos aferrados a la realidad. Tenemos mucho en común, Pat. Todavía creo que apareciste en mi vida por algún motivo.

Porque te quiero, quiero decirte algo que nunca le he dicho a nadie, excepto a mi terapeuta. Es algo que me hizo daño, así que espero que lo sepas tratar. Al principio no iba a decírselo a nadie porque imaginaba que la situación no podría ir a peor, y puede que si soy un poco honesta, vaya bien ahora mismo.

No sé si sabes esto, pero Tommy era policía. Trabajaba para el Departamento de Policía de Haddonfield y le asignaron ser una especie de consejero en el instituto. Así que la mitad de sus horas las pasaba trabajando y aconsejando a adolescentes problemáticos, y la otra mitad era un simple policía más. Te estoy diciendo esto porque es importante que entiendas que Tommy era un hombre bueno. No se merecía morir, y su muerte demuestra que la vida es un azar y es arbitraria, hasta que encuentras a una persona que para ti puede darle sentido a todo eso, aunque solo sea temporalmente.

En cualquier caso, Tommy era muy bueno con los adolescentes, e incluso organizó un club en el instituto diseñado para concienciarlos sobre los peligros de conducir después de beber alcohol. Muchos padres pensaban que el club consentía que los menores bebieran porque no era un club para que los menores no bebieran, sino un club para que no condujeran después de haber bebido, por lo que Tommy tuvo que luchar mucho para sacarlo a flote. Tommy me contaba que muchos chicos del instituto bebían cada fin de semana y que el que los menores bebieran lo consentían incluso muchas de las familias más prominentes de la ciudad. Y lo que me pareció más gracioso fue que los chicos iban a él y le pedían que montara un club porque estaban preocupados por si alguien resultaba herido o moría si sus amigos conducían hasta casa después de las fiestas. ¿Te imaginas hablarle así a un poli cuando eras un adolescente? Ese era el tipo de tío que era Tommy, la gente confiaba en él enseguida.

Así que Tommy organizaba asambleas, e incluso montó esa noche de karaoke de profesores en la que los estudiantes podían pagar para escuchar a sus profesores preferidos cantando los éxitos del momento. Tommy podía convencer a la gente para que hiciera cosas como esa. Yo iba a estos eventos y Tommy se subía al escenario con todos esos adolescentes y cantaba y bailaba con los otros profesores a los que había convencido para que se vistieran con disfraces salvajes, y padres, estudiantes, directores, todos sonreían. No podías evitarlo porque Tommy era todo un derroche de energía positiva. Y siempre pronunciaba discursos durante estos eventos, y explicaba listas de hechos y estadísticas sobre conducir y beber. Era como Martin Luther King con un podio delante de él. La gente escuchaba a Tommy. Tommy los quería. Lo quería jodidamente, tanto, Pat…

Algo divertido sobre Tommy es que le encantaba tener mucho sexo. Siempre quería hacer el amor. Quiero decir que aún no había llegado a casa de trabajar, y ya tenía sus manos encima de mí. Me despertaba cada mañana y estaba encima de mí machacándome. Prácticamente no podíamos tener una comida juntos sin que deslizara las manos por debajo de la mesa buscándome las piernas. Y si Tommy estaba en casa, no había forma de ver un programa de televisión, porque aún no había empezado la publicidad, y ya estaba él balanceándose con fuerza y mirándome de aquella manera. Era bastante salvaje, y durante los primeros diez años de matrimonio me encantaba. Pero después de diez años de sexo sin parar, empecé a cansarme. Quiero decir, la vida es algo más que sexo, ¿no? De modo que una brillante y soleada mañana, justo después de acabar de hacer el amor debajo de la mesa de la cocina, el hervidor de agua del té empezó a silbar, me levanté y vertí dos tazas.

—Creo que, tal vez, deberíamos limitar el sexo a diez veces a la semana —dije.

Nunca olvidaré su cara. Me miraba como si le hubiera disparado en el estómago.

—¿Algo va mal? —dijo—. ¿Estoy haciendo algo mal?

—No. No tiene nada que ver con eso.

—Entonces ¿qué es?

—No lo sé. ¿Te parece normal tener sexo siete u ocho veces al día?

—¿Ya no me quieres? —me preguntó Tommy con esa mirada de niño pequeño herido; aún lo veo cada vez que cierro los ojos.

Por supuesto le dije a Tommy que lo quería más que nunca, pero que me gustaría poner un poco de freno al sexo. Le dije que quería hablar más con él, dar paseos, y encontrar nuevas aficiones para que el sexo volviera a ser especial.

—Tener mucho sexo —le dije— es como que le quita la magia.

Por alguna razón, sugerí que fuéramos a montar a caballo.

—O sea, ¿que me estás diciendo que la magia se ha acabado? —me dijo, y esa fue la última cosa que me dijo.

Recuerdo haber hablado mucho después de que él dijera eso, contarle que podíamos tener todo el sexo que quisiéramos y que esto era solo una sugerencia, pero estaba herido. Él me miraba recelosamente todo el tiempo, como si yo estuviera engañándolo o algo así. Pero no lo estaba. Solo quería que bajáramos un poco el ritmo para que pudiera apreciar más el sexo. «Demasiado de algo bueno», era todo lo que quería decirle. Pero estaba claro que le había hecho daño, porque antes de que pudiera acabar de explicárselo, se levantó y se fue arriba a ducharse. Salió de casa sin decir adiós.

Recibí una llamada del trabajo. Todo lo que recuerdo es oír que Tommy estaba herido y que lo llevaban al West Jersey Hospital. Cuando llegué al hospital había una docena de hombres vestidos de uniforme, policías por todos lados. Sus brillantes ojos me lo dijeron.

Más tarde averigüé que Tommy había ido al centro comercial Cherry Hall durante su descanso para comer. Encontraron una bolsa de Victoria’s Secret llena de lencería en su coche; todas las prendas eran de mi talla. De vuelta a Haddonfield, paró a ayudar a una mujer mayor a cambiar el neumático. Por qué no llamó a una grúa nunca lo sabremos, pero Tommy siempre intentaba ayudar a la gente así. El coche estaba detrás de él, las luces estaban en marcha, pero estaba cambiando una de las ruedas que daban a la calle. A algún conductor que había bebido durante la comida se le cayó el móvil y, cuando se agachó a recogerlo, giró el volante hacia la derecha, golpeó de refilón el coche de la mujer y aplastó con la rueda la cabeza de Tommy.

El titular en el periódico local decía: «El oficial de policía Thomas Reed, responsable de empezar el programa Sin-Beber-al-Volante en el Instituto Haddonfield, fue asesinado por un conductor ebrio». Era todo muy irónico, incluso divertido en un modo sádico. Había muchos polis en su funeral. Los niños del instituto convirtieron el césped de mi entrada en un monumento conmemorativo viviente, ya que permanecieron de pie en la acera con velas y colocaron flores ante una foto enorme de Tommy vestido como MC Hammer, haciendo de maestro de ceremonias en una de las noches de karaoke de profesores; alguien había plastificado la foto y la había expuesto. Como yo no quería salir, esos adolescentes me cantaron de una forma muy dulce las primeras tardes, con sus bonitas voces tristes. Nuestros amigos me trajeron comida, el padre Carey me habló del cielo, mis padres lloraron conmigo, y Ronnie y Veronica se quedaron en mi casa durante la primera semana o así. Pero lo único en lo que podía pensar era en que Tommy murió creyendo que yo ya no quería tener sexo con él. Me sentía tan culpable, Pat… Quería morir. Pensaba que si no hubiese ido a Victoria’s Secret durante su hora de comer, si no hubiéramos tenido la discusión, entonces nunca habría pasado por donde estaba la mujer con el neumático pinchado, lo que significaría que no lo habrían matado. Me sentía muy culpable. Todavía me siento tan jodidamente culpable…

Después de unas semanas, volví al trabajo, pero en mi mente todo había cambiado. La culpa se transformó en necesidad y, de repente, ansiaba mucho el sexo. Me explicaron que experimentar la muerte de segunda mano provoca biológicamente la necesidad de reproducirse, así que tiene más sentido, supongo, pero yo no buscaba reproducirme, yo quería follar. De modo que empecé a follar con tíos, cualquier tío era un juego. Todo lo que tenía que hacer era mirar a un hombre de cierta manera, y en pocos segundos sabía si iban a follarme. Y cuando lo hacían, cerraba los ojos, pensando que era Tommy. Para estar con mi marido de nuevo, follaba con tíos en cualquier sitio. En el coche. En un guardarropa en el trabajo. En un callejón. Detrás de un arbusto. En unos lavabos públicos. En cualquier sitio. Pero en mi mente, siempre estaba bajo la mesa de la cocina, y Tommy había vuelto a mí, y yo no le había dicho que estaba cansada de tener sexo, sino que haría el amor con él tantas veces como lo necesitara porque lo amaba con todo mi corazón.

Estaba enferma, y había muchos hombres que estaban ansiosos por aprovecharse de mi enfermedad. En todas partes había hombres que, con regocijo, follarían con esta mujer enferma mental.

Por supuesto, esto me llevó a perder mi trabajo, a terapia y a muchas pruebas médicas. Afortunadamente, no contraje ninguna enfermedad, y volvería a hacerme los análisis de nuevo si eso fuera un problema para nosotros. Pero incluso en el caso de que hubiera contraído el sida o lo que fuera, me habría valido la pena en aquel momento, porque necesitaba poner ese punto final. Necesitaba ese perdón. Necesitaba salir de la fantasía. Necesitaba mandar a la mierda mi culpa para poder romper la niebla en la que estaba, para sentir algo, cualquier cosa, y volver a empezar mi vida de nuevo, que es tan solo lo que estoy empezando a hacer ahora, desde que somos amigos.

Tengo que admitir que durante la cena de la fiesta en casa de Veronica solo pensé en ti como en un polvo fácil. Me formé una impresión sobre ti con aquella estúpida camiseta de los Eagles y me imaginé que podría hacer que me follaras, y podría imaginar que eras Tommy. No había hecho eso desde hacía mucho, y durante un tiempo no quise tener sexo con extraños, pero tú no eras un extraño. Habías sido escogido cuidadosamente por mi propia hermana. Eras un hombre seguro con el que Ronnie estaba intentando que levantara cabeza. Así que me imaginé que empezaría a tener sexo regularmente contigo, solo para poder continuar con la fantasía de Tommy otra vez.

Pero cuando me abrazaste delante de la casa de mis padres, y cuando lloraste conmigo, las cosas cambiaron de una forma increíble. Al principio no lo entendía, pero mientras corríamos juntos y comíamos cereales con pasas en las cenas e íbamos a la playa y nos hacíamos amigos, simplemente amigos, sin nada de sexo que lo complicara, era bonito de un modo en el que no había pensado. Simplemente me gustaba estar cerca de ti, incluso cuando no nos decíamos nada.

Supe que sentía algo por ti cuando empecé a estar avergonzada por dentro al oír el nombre de Nikki. Era obvio que nunca ibas a volver con ella, así que llamé a tu madre, la emborraché en el bar del pueblo e hice que me lo contara todo sobre ti. Desde entonces nos hemos estado viendo cada semana, Pat. Necesitaba una amiga; necesitaba hablarle a alguien de tu padre. Así que yo la escuchaba. Al principio solo la utilizaba para obtener información, pero ahora somos una especie de amigas. Ella no sabía nada de las cartas que estaba escribiendo como si fuera Nikki, y se enfadó mucho conmigo durante un tiempo después del episodio de Navidad, pero sí que sabe lo de esta carta, obviamente, puesto que te la ha entregado ella por mí. Es una mujer muy fuerte y misericordiosa, Pat. Se merece algo mejor que tu padre, y quizá tú te merezcas algo mejor que yo. La vida es así.

Escribí esas cartas con la esperanza de proporcionarte el punto final que yo encontré mediante el sexo esporádico después de que Tommy muriera. Afortunadamente, era buena en inglés en la universidad, así que pude escribir sobre libros de literatura americana; los desenterré del desván de mis padres y los releí. Y por si te lo preguntas, sigo en contacto con algunos de los profesores de los que Tommy era amigo en el Instituto Haddonfield, de modo que pude usar los detalles sobre las calificaciones on line y todo eso. Por supuesto, tu madre rellenó el resto. Por favor, debes saber que empecé con lo de hacer de enlace después de asegurarme de que Nikki nunca aceptaría hablarte de nuevo bajo ninguna circunstancia. Tal vez nunca seas capaz de perdonarme, pero quería que conocieras mis intenciones, y todavía te quiero en mi jodida vida.

Te echo de menos, Pat. De verdad. ¿Podemos al menos ser amigos?

TIFFANY