Cuando Ronnie viene a recogerme con su monovolumen (que tiene tres hileras de asientos), Tiffany ya está sentada junto a la silla de coche de Emily, así que yo me siento en la última fila y colocó a mi lado el balón de fútbol americano y la bolsa que mi madre me ha preparado (y que contiene una toalla, ropa de recambio y una bolsa llena de comida, a pesar de que le dije a mamá que Ronnie iba a traer bocadillos de la tienda de delicatessen).
Mi madre siente la necesidad de quedarse en el porche y saludar con la mano, como si yo tuviese cinco años. Veronica (que está sentada en el asiento delantero) se inclina sobre Ronnie y le grita a mi madre:
—¡Gracias por el vino y las flores!
Mi madre se toma esto como una invitación para acercarse al vehículo e iniciar una conversación.
—¿Te gusta el conjunto que le compré a Pat? —dice mi madre acercándose a la ventana de Ronnie. Se asoma y mira a Tiffany, pero esta le ha dado la espalda a mi madre y está mirando por la ventanilla las casas que hay al otro lado de la acera.
La ropa que llevo es ridícula: un polo naranja brillante, un bañador verde brillante y chanclas. Yo no quería ponerme nada de esto, pero sabía que Veronica armaría un escándalo si me ponía una de mis camisetas cortadas y un pantalón desgastado. Puesto que Veronica y mi madre tienen el mismo gusto, he permitido que mi madre me vistiera. Además, eso ha hecho muy feliz a mamá.
—Está genial, señora Peoples —dice Veronica mientras Ronnie asiente con la cabeza como diciendo que está de acuerdo.
—Hola, Tiffany —dice mi madre metiendo un poco más la cabeza en el coche. Tiffany la ignora.
—¿Tiffany? —dice Veronica, pero ella sigue mirando por la ventanilla.
—¿Ya conoce a Emily? —dice Ronnie.
Entonces sale del coche, saca a Emily de su asiento y la coloca en los brazos de mi madre. La voz de mi madre se vuelve muy graciosa cuando le habla a Emily, y Veronica y Ronnie, que están junto a mi madre, son todo sonrisas.
Esto sigue durante unos minutos hasta que Tiffany se vuelve y dice:
—Pensé que hoy íbamos a ir a la playa.
—Lo siento, señora Peoples —dice Veronica—, mi hermana puede ser algo brusca a veces, pero es cierto que deberíamos irnos si queremos comer en la playa.
Mi madre asiente rápidamente y, mientras Ronnie coloca a Emily en su sillita, dice:
—Pásalo bien, Pat.
Vuelvo a sentirme como si tuviera cinco años.
De camino a la playa, Ronnie y Veronica nos hablan a Tiffany y a mí igual que le hablan a Emily, como si realmente no esperaran una respuesta, diciendo cosas que no hay necesidad de decir, como: «Qué ganas tengo de llegar a la playa», «Lo vamos a pasar muy bien», «¿Qué deberíamos hacer primero: nadar, pasear por la playa o jugar con el balón?», «Que día tan bonito» o «¿Lo estáis pasando bien, chicos?».
Después de estar veinte minutos sin responderles, Tiffany dice:
—¿Podemos pasar un rato en silencio?
Así que el resto del viaje trascurre silencioso, excepto por unos grititos que emite Emily y que sus padres dicen que son cantos.
Cruzamos Ocean City y un puente que lleva hasta una playa que no conozco.
—Está menos abarrotada —explica Ronnie.
Cuando aparcamos, colocan a Emily en algo que parece una mezcla entre un carrito y un todoterreno y que Veronica empuja. Tiffany lleva la sombrilla. Ronnie y yo cargamos con la neverita, y cada uno sujetamos un asa. Recorremos un caminito de madera y cruzamos las dunas hasta llegar a la playa. Una vez allí vemos que la tenemos para nosotros solos.
No se ve a ninguna otra persona.
Tras una breve discusión sobre si la marea está subiendo o bajando, Veronica escoge una zona que está seca y coloca una toalla sábana mientras Ronnie empieza a clavar la sombrilla en la arena. Como hace algo de brisa, Veronica tiene problemas para colocar la enorme toalla en la arena.
Si quien hubiese estado colocando la toalla hubiese sido otra persona, yo habría cogido una esquinita de la misma y habría ayudado, pero como no quiero que me griten espero a que me den órdenes antes de hacer nada. Tiffany hace lo mismo, pero Veronica no pide ayuda.
Puede que se haya levantado algo de arena pues Emily empieza a gritar y a frotarse los ojos.
—Qué bonito —dice Tiffany.
Veronica atiende a Emily inmediatamente, le sugiere que parpadee y le muestra lo que debe hacer, pero Emily grita cada vez más.
—Ahora mismo no puedo soportar a un bebé llorando —añade Tiffany—. Haz que deje de llorar, Veronica, por favor haz que…
—¿Recuerdas lo que dijo la doctora Lily? ¿Qué ha sido lo que hemos hablado esta mañana? —dice Veronica por encima del hombro mirando muy seria a Tiffany antes de volver a centrar su atención en Emily.
—Así que ahora hablamos de mi terapeuta delante de Pat, ¿no? Jodida hija de puta —dice Tiffany sacudiendo la cabeza y alejándose rápidamente de nosotros.
—Dios —dice Veronica—. Ronnie, ¿puedes ocuparte de Emily?
Ronnie asiente solemnemente y Veronica echa a correr tras Tiffany diciendo:
—Vuelve, vamos. Lo siento. Lo siento de verdad.
Ronnie le echa un poco de agua embotellada en los ojos a Emily, y al cabo de diez minutos ha dejado de llorar. Estiramos la gran toalla bajo la sombra de la sombrilla y colocamos la neverita, nuestras chanclas y el carrito de Emily en las esquinas para que no se levante, pero Veronica y Tiffany no vuelven.
Después de que cada centímetro de piel de Emily esté cubierto de protector solar, Ronnie y yo jugamos con ella en la orilla del agua. Le gusta correr tras las olas cuando se alejan, también le gusta cavar en la arena, y tenemos que asegurarnos de que no se la come (lo cual a mí me parece muy raro, porque ¿quién querría comer arena?). Ronnie mete a Emily en el agua y todos flotamos un rato en las olas.
Le pregunto si deberíamos preocuparnos por Veronica y Tiffany, y Ronnie me responde:
—No. Seguramente estarán teniendo una sesión de terapia en la playa. Volverán pronto.
No me gusta la forma en que enfatiza la palabra terapia, como si fuera algo ridículo, pero no digo nada.
Luego nos secamos y nos tumbamos en la toalla. Ronnie y Emily en la sombra y yo al sol. Cuando abro los ojos, la cara de Ronnie se encuentra junto a la mía, está durmiendo. Noto un golpecito en el hombro, me doy la vuelta y veo que Emily está al otro lado de la toalla. Me sonríe y dice:
—Pap.
—Deja que papá duerma —susurro mientras la cojo en brazos y la llevo al agua.
Durante un buen rato nos sentamos en la orilla y cavamos un pequeño agujero con las manos, pero luego, Emily empieza a perseguir la espuma de las olas, riendo y señalándolas.
—¿Quieres ir a nadar? —le pregunto. Y como ella asiente la cojo en brazos y nos metemos en el agua.
Las olas son ahora más altas y están rompiendo cerca de la orilla, así que me alejo de la zona en la que rompen y nos quedamos donde el agua me llega al pecho. Emily y yo empezamos a flotar sobre el oleaje. Como las olas han crecido, he de saltar muy fuerte para mantener nuestras dos cabezas fuera del agua, pero a Emily le encanta y empieza a reír, a dar grititos y palmadas cada vez que lo logramos. Esto continúa durante diez minutos; estoy tan contento que le beso las mejillas una y otra vez. Hay algo en Emily que me hace querer jugar con ella y las olas el resto de mi vida. Decido que cuando el período de separación termine tendré una hija con Nikki cuanto antes, pues nada en el mundo me había hecho tan feliz desde que empezó el período de separación.
Las olas se vuelven aún más grandes. Levanto a Emily y me la pongo sobre los hombros para que el agua no le salpique en la cara, y sus grititos sugieren que le gusta estar tan arriba.
Flotamos arriba y abajo.
Estamos tan contentos…
Estamos tan, tan contentos…
Pero entonces oigo a alguien gritar.
—¡Pat! ¡Pat! ¡Paaaaaat!
Me vuelvo y veo a Veronica que viene corriendo muy deprisa playa abajo seguida de Tiffany. Estoy preocupado y temo que algo vaya mal, así que empiezo a acercarme. Ahora las olas son muy grandes y tengo que bajarme a Emily de los hombros y sujetarla fuertemente a mi pecho para asegurarme de que no le pasa nada, pero pronto llegamos hasta Veronica, que está corriendo entre las olas.
Cuando me acerco, veo que Veronica parece muy enfadada. Emily empieza a chillar para que su madre la coja.
—¿Qué demonios estabas haciendo? —me dice Veronica cuando le entrego a Emily.
—Solo estaba nadando con Emily —respondo.
Los gritos de Veronica han debido de despertar a Ronnie, que se acerca corriendo hacia nosotros.
—¿Qué ha pasado?
—¿Dejas que Pat meta a Emily en medio del océano? —le espeta Veronica. Por la forma en la que dice mi nombre es obvio que no quiere que Emily se quede a solas conmigo, teme que le haga daño. Eso es injusto, sobre todo porque Emily solamente ha empezado a llorar cuando ha oído los gritos de Veronica. Así que, en realidad, Veronica es la única que molesta a su hija.
—¿Qué le has hecho? —me dice Ronnie.
—Nada —digo—, solo estábamos nadando.
—¿Qué estabas haciendo tú? —le dice Veronica a Ronnie.
—Debí de quedarme dormido y…
—Dios santo, Ronnie, ¿dejas a Emily sola con él?
La forma en la que Veronica se ha referido a mí, los llantos de Emily, Ronnie acusándome de haberle hecho algo malo a su hija, el sol quemándome el pecho desnudo y la espalda, Tiffany, que empieza a observarme… De repente siento que estoy a punto de estallar. Noto que está a punto de darme un ataque violento así que antes de que esto suceda hago lo único que se me ocurre: echo a correr playa abajo alejándome de Veronica, Ronnie, los llantos de Emily y las acusaciones. Corro tan rápido como puedo, y de repente me doy cuenta de que estoy llorando. Quizá sea porque solamente estaba nadando con Emily y creía que no estaba haciendo nada malo, que era lo correcto, que estaba intentando ser bueno y que pensaba que lo estaba siendo. Pienso en que he dejado que mi mejor amigo y Veronica me griten, y no es justo, pues lo he estado intentando tanto… Cuánto más puede durar esta jodida película, cuánto más he de mejorar y…
Entonces Tiffany me adelanta.
Casi ni la veo.
De repente solo importa una cosa: adelantarla.
Empiezo a correr más rápido para alcanzarla, pero ella coge el ritmo y andamos a la par hasta que consigo pasarla y mantengo mi ritmo durante un minuto más o menos antes de reducir la marcha y permitir que me alcance. Corremos el uno al lado del otro un buen rato, sin decir ni una sola palabra.
Parece como si hubiese pasado una hora cuando damos media vuelta y empezamos a regresar, y parece como si hubiese pasado otra hora hasta que llegamos a ver la sombrilla de Ronnie y Veronica, pero antes de alcanzarlos Tiffany se mete en el agua.
Yo la sigo y voy directo hacia las olas. El agua salada refresca mi piel después de haber pasado tanto rato corriendo. Pronto cubre demasiado para ponernos en pie y la cabeza de Tiffany flota por encima de las olas, que se han calmado considerablemente. Su cara está algo morena y su cabello oscuro está mojado y se ve natural. Hasta veo pecas en su nariz que no veía esta mañana, así que nado hacia ella.
Una ola me eleva y cuando vuelvo a bajar me doy cuenta de que mi cara y la suya están muy cerca. Por un instante, Tiffany me recuerda tanto a Nikki que tengo miedo de besarla sin querer. Pero Tiffany se aleja un poco antes de que esto suceda, y yo se lo agradezco.
Sus dedos de los pies salen a la superficie y empieza a flotar mirando al horizonte.
Yo echo el cuerpo atrás, miro la línea en la que el cielo y el mar se unen, dejo que mis pies salgan también a la superficie y me quedo flotando junto a Tiffany durante largo rato. Ninguno de los dos decimos ni una palabra.
Cuando volvemos a la toalla, Emily está durmiendo con la mano en la boca, y Ronnie y Veronica están tumbados a la sombra y cogidos de la mano. Al acercarnos a ellos entornan los ojos y sonríen como si nunca hubiese pasado nada malo.
—¿Qué tal ha ido la carrera? —pregunta Ronnie.
—Queremos ir a casa ahora —dice Tiffany.
—¿Qué? —exclama Ronnie incorporándose—. Si ni siquiera hemos comido. Pat, ¿de verdad quieres irte?
Veronica no dice nada.
Miro al cielo. No hay ni una nube. Todo está azul.
—Sí, quiero irme —le digo. Y al poco rato, todos estamos en el coche de vuelta a Collingswood.