LA CENA DE ETIQUETA

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Ronnie finalmente viene a verme al sótano y me dice:

—Tengo que volver a casa, así que solo dispongo de unos minutos.

Termino la serie de flexiones y sonrío, ya que sé lo que esa frase significa. Veronica no sabe que Ronnie ha venido a verme, y él tiene que darse prisa para que no lo pille haciendo algo sin su permiso (algo como decir hola a su mejor amigo, al cual hace mucho tiempo que no ha visto).

Cuando termino, dice:

—¿Qué te ha pasado en la cara?

Me toco la cicatriz de la frente.

—Ayer se me resbaló la pesa de las manos y se me cayó encima.

—¿Se te ha puesto el ojo morado por eso?

Me encojo de hombros, no quiero decirle que mi padre me pegó un puñetazo.

—Tío, realmente estás en forma. Me gusta tu gimnasio —dice mirando mis aparatos y el Stomach Master 6000; luego me ofrece la mano—. ¿Crees que podría venir a hacer ejercicio contigo?

Me pongo en pie, le doy la mano y digo:

—Claro. —Sé que es solamente otra de las promesas falsas de Ronnie.

—Escucha, siento mucho no haber ido a verte a Baltimore, pero bueno, teníamos a Emily y, bueno, ya sabes. Pero he sentido que las cartas nos mantenían unidos, y ahora que estás en casa podríamos pasar tiempo juntos, ¿no?

—Como si… —empiezo a decir, pero luego me muerdo la lengua.

—Como si ¿qué?

—Nada.

—¿Aún crees que Veronica te odia?

Mantengo la boca cerrada.

Sonríe con cara de bobo y dice:

—¿Crees que si te odiara te invitaría a cenar mañana por la noche?

Miro a Ronnie y trato de averiguar si va en serio o no.

—Veronica va a preparar una cena especial para darte la bienvenida. ¿Vas a venir o no?

—Claro —digo sin creer lo que estoy oyendo, pues las promesas de Ronnie no suelen llevar la palabra «mañana».

—Genial. Ven a mi casa a las siete para que tomemos una copa primero. La cena será a las ocho y será una de esas cenas formales de tres platos, así que ponte algo bonito, ¿de acuerdo? Ya sabes cómo se toma Veronica lo de las cenas de etiqueta —dice. Luego me da un abrazo, el cual tolero solamente por lo sorprendido que estoy por la invitación de Veronica. Ronnie me pone la mano en el hombro y dice—: Tío, da gusto que estés en casa.

Mientras lo veo subir la escalera, pienso en toda la porquería que Nikki y yo diríamos de Ronnie y Veronica si el período de separación hubiese acabado y fuera a venir a la cena de etiqueta conmigo.

—Una cena de gala —diría Nikki—. Pero ¿dónde estamos, en el colegio?

Dios, Nikki odia a Veronica.