DOS días más tarde, en el buzón de los Appleton había una carta del Gobierno. Con el corazón anhelante de expectación, Nick rasgó el sobre rápidamente. Sí, era el resultado del examen. Escrutó las diversas páginas —junto con una xerocopia de la hoja escrita por Bobby—, y al fin encontró la decisión.
—Suspendido —murmuró.
—Lo sabía —exclamó Bobby—. Por eso no quería examinarme.
Kleo empezó a llorar.
Nick no dijo nada, no pensaba nada; estaba vacío y aturdido. Una mano, más helada que la de la muerte, le apretó el corazón, matando todas sus emociones.