Aclaración previa sobre las expresiones y citas

A lo largo de la escritura de esta novela me he topado con el problema de la transcripción del árabe al castellano. Hay métodos académicos para solventarlo, pero están diseñados para especialistas y artículos científicos más que para autores y lectores de novela histórica. A este problema se ha unido otro: el de los nombres propios árabes, con todos sus componentes; o el de los topónimos y sus gentilicios, a veces fácilmente reconocibles para el profano, otras no tanto. He intentado hallar una solución que nos acerque a la pronunciación real y que al mismo tiempo contribuya a ambientar históricamente la novela. Así pues, he transcrito para buscar el punto medio entre lo atractivo y lo comprensible, he simplificado los nombres para no confundir al lector, he traducido cuando lo he considerado más práctico y me he abandonado al encanto árabe cuando este me ha parecido irresistible. En todo caso, me he dejado guiar por el instinto y por el sentido común, con el objetivo de que primen siempre la ambientación histórica y la agilidad narrativa. Espero que los académicos en cuyas manos caiga esta obra y se dignen leerla no sean severos con esta licencia.

De cualquier forma, y para aligerar este problema y el de otros términos poco usuales, se incluye un glosario al final. En él se recogen esas expresiones árabes libremente adaptadas y también tecnicismos y locuciones medievales referentes a la guerra, la política, la toponimia, la sociedad…

Por otro lado, aparte de los epígrafes, he tomado prestadas diversas citas y les he dado vida dentro de la trama, a veces sometiéndolas a ligerísimas modificaciones. Se trata de fragmentos de los libros sagrados, de poemas árabes y andalusíes, de trovas y de otras obras medievales que el lector detectará al verlos escritos en cursiva. Tras el glosario se halla una lista con referencias a dichas citas, a sus autores o procedencias y a los capítulos de esta novela en los que están integradas.