Las personas participaron entusiasmadas en el juego de conseguir todos los dólares del Campbell Cash que pudieran. Buscaban "victorias" durante la semana que pudieran compartir con sus compañeros, asistían a las sesiones y hacían su tarea. Aprendieron a pedir dinero; eran muy creativos y me preguntaban: "¿Me darás un dólar por eso?". El juego creó una energía y emoción tales que continuaron a lo largo de todo el taller.

Algunas personas tuvieron problemas con la tarea, faltaron a clase o no podían pensar en una victoria, así que reflexioné: ¿Qué haría si no conseguían los $15 USD necesarios para llevarse la taza el último día del taller? ¡No podía permitir que alguien dejara la clase sin una taza! La primera vez que intenté este juego no estaba segura de qué hacer cuando llegáramos a la última sesión.

Pedí a todos que contaran sus dólares. A medida que iban sumando su dinero, vi a gente que lucía orgullosa y feliz, y a otros con expresión de tristeza.

Pregunté a Linda, en la fila de adelante, cuántos dólares tenía. "Diecisiete", me dijo orgullosa. "¡Felicidades!, ¡te llevas una taza!", comenté. Volteé a ver a Lana, quien estaba sentada a su lado, y le pregunté cuántos tenía. "Solo catorce", dijo triste. Sin dudarlo un segundo, Linda se volteó y le dio uno.

Todos en la sala suspiraron con un aire de comprensión y felicidad. ¡Sabían qué hacer! La siguiente persona tenía $16 USD, recibió sus felicitaciones, y luego le pasó su dólar extra al hombre a su lado, quien solo tenía $14 USD. Así continuaron hasta que todos en el salón tuvieron suficientes dólares para llevarse sus tazas. Había una sonrisa en cada rostro y una lágrima en cada ojo.

Desde entonces ha sucedido lo mismo en cada curso. Todos tenían claro que cada persona recibiría una taza con $15 USD. Si acumulaban más dinero, de todos modos la tendrían. Nadie tenía en realidad un deseo ferviente de poseer dos, tres, seis o una docena de tazas. La competencia los estimuló durante el curso porque era divertido ganar y ser reconocidos por sus éxitos. Si les quedaban más dólares después de recoger su taza, ese dinero extra ya no tenía valor para ellos, pero sí para la gente que no tenía suficientes para conseguir una.