¡Qué diferencia! Los niños pequeños solo querían ser la mayor atracción y ganar. Lograr que cooperaran y se pasaran el balón era en lo que más trabajaban los entrenadores. Las niñas pequeñas estaban mucho más interesadas en pasar el balón, cooperar y trabajar en equipo para mover el balón por toda la cancha. Cuando nuestros hijos no ganaban un juego, parecía que el mundo se había acabado. Estaban sorprendidos, molestos y, por lo general, frustrados. Hubo un equipo de niñas esa temporada que no ganó un solo partido, pero no les importaba; les encantaba el proceso del juego y de trabajar en conjunto. Una de las mamás me dijo: "Supongo que no les estamos haciendo un favor al no insistir en que aprendan que ganar importa. ¿No es por eso que tenemos a nuestros hijos en deportes de equipo, para que aprendan cómo cooperar entre sí para que ganen?".

Nadie gana o pierde jugando con muñecas. No hay reglas codificadas en un libro; se trata de las relaciones, los vínculos, la creatividad y otros objetivos además de ganar. Las niñas quieren hacer amistad con sus compañeras de juego. Los niños saben que se necesitan 11 para formar un equipo de fútbol, así que es menos importante que les agraden todos los integrantes del equipo. Margaret Mead, citada en Games Mother Never Taught You, dijo: "Tenemos la creencia en nuestra sociedad de que los niños aprenden a cooperar con sus compañeros del mismo sexo en los deportes más que en otra actividad". Harragan comentó: "Esta brecha cultural entre sexos en Estados Unidos perjudica seriamente a las mujeres trabajadoras si no compensan su falta de experiencia en la labor en equipo, porque la capacidad de cooperación se considera un requisito fundamental para los puestos gerenciales".