Expuse esta imagen para ilustrar cómo todos crecemos en un mundo de expectativas distintas para hombres y para mujeres. En mi caso, al crecer en las décadas de 1950 y 1960 tuve la familia perfecta en el vecindario perfecto: un baluarte de éxito de la clase media, ética laboral estricta y valores familiares. Todos los padres en nuestra cuadra trabajaban en empleos tradicionales de nueve a cinco, todas las mujeres eran madres y amas de casa sin empleos fuera del hogar, y todos los niños íbamos a la escuela, jugábamos a las escondidas hasta la hora de la cena y luego concluíamos la tarde con la tarea. Veíamos con asiduidad programas de televisión como Leave it to Beaver, Father Knows Best, Ozzie and Harriet y el Donna Reed Show; los cuales reflejaban a la perfección el mundo en el que vivíamos. Mi padre era científico de cohetes. Graduado del MIT, diseñaba sistemas de guía para el transbordador espacial; era brillante y gracioso, con un ingenio maravilloso. Me motivó para ser excelente y me encantaba ver la mirada en sus ojos y la sonrisa en su rostro cuando estaba orgulloso de alguno de mis logros. Años después, leí en The Managerial Woman (La mujer directiva), de Margaret Hennig y Anne Jardim, que algunos estudios mostraban que en una familia en la que no había hijos varones, el padre daba a la hija mayor algún tipo de guía y motivación (que hubiera dado a su hijo) para alcanzar la excelencia. Eso parecía encajar conmigo, pues era marimacho, jugaba softball y leía ciencia ficción. Siempre sentí que mi papá y yo teníamos una conexión especial. Pero algo cambió en sexto grado, cuando la pubertad entró en escena y los niños empezaron a llegar de visita a la casa. Solíamos jugar ping-pong en el set de tenis de mesa que teníamos en nuestro patio trasero. Estaba acostumbrada a recibir felicitaciones de mi papá cuando ganaba, así que cuando los niños me visitaban, los vencía, esperando ser admirada por mi destreza. Un día mi papá me susurró en privado: "¡Deja que el niño gane!". Mi padre, que siempre había celebrado mis éxitos y se sentía tan orgulloso cuando ganaba competencias, ¿me estaba diciendo que perdiera? ¿A propósito? Estaba completamente sorprendida y no sabía cómo actuar. ¿Qué había cambiado? |