Ejercicio de cambio

Doy este ejercicio en mi taller para hacer algunos cambios pequeños. Algunos son simples, como peinar su cabello hacia el otro lado (se siente bastante raro), ponerse el otro zapato primero (no sabía que siempre lo hace del mismo modo todos los días, ¿verdad?), o cambiar la forma en que pone el papel de baño en el rodillo (si siempre lo ha puesto para agarrarlo por arriba, ahora póngalo para tomar el papel por abajo).

Hay que admitir que una conducta en verdad compulsiva es cambiar el papel de baño en las casas de otros (sí, lo he hecho), así que me hizo sentido cuando vi una playera graciosa en un catálogo: "Tengo TOC y TDA...16 o sea que he de ser perfecto, pero no por mucho tiempo".

Me tomó un rato descubrir que había algunas personas en el taller que no tenían problema cambiando rutinas; no tenían muchas y nunca hacían cosas del mismo modo dos veces. Por eso el ejercicio nunca los hizo sentir raros o fuera de sintonía.

Cuando supe eso, después de dar las instrucciones del ejercicio, pregunté si a alguien le había parecido fácil porque siempre estuvieran cambiando algo. Varias personas sonrieron y asintieron con la cabeza, exclamando que nunca hacían lo mismo dos veces.

"Bueno, no se sientan tan engreídos —dije—, porque ustedes harán el ejercicio opuesto. Quiero que inventen una rutina de siete u ocho pasos y la repitan cada mañana, sin cambios."

Entonces gritaron, gimieron y se quejaron, así como quienes habían tenido que cambiar algo.

Una vez, un hombre que era muy ordenado y compulsivo regresó a su hogar y cambió todos los rollos de papel de baño en su casa y en el trabajo. Eso lo volvía loco todos los días, y cuando llegó al taller reportó cuánto le molestaba romper su rutina de esa forma.