La audición a la que casi no fui |
Cuando actuaba, recibí una llamada para hacer la audición para un comercial de televisión de la harina Pillsbury. Estaban buscando a alguien de mi "tipo": una joven ama de casa que horneaba en la cocina. Pero se trataba de un comercial regional que solo se transmitiría en el sur de Estados Unidos, por lo que enfatizaron que requerían un acento sureño auténtico. Llamé a mi novio Stan para contarle acerca de la audición pero le dije que no creía ser la indicada para el papel porque en realidad no era del sur. Sabía lo que querían porque mi madre nació y creció en Mississippi y aunque había vivido en California durante 25 años, nunca perdió el acento. —¿Alguna vez te has escuchado después de hablar con tu mamá? —preguntó Stan—. Solo llámala y habla con ella cinco minutos antes de la audición. ¡Te irá bien! No lo creía, así que inventé una afirmación para mí de que hablaba con un acento sureño perfecto. Después seguí sus instrucciones y tuve una entretenida plática con mi mamá, y como bien dijo Stan, su pronunciación cantarina comenzó a impregnarse en mi forma de hablar. Cuando los productores y el director me llamaron y entré al área de audiciones, el director dijo con amabilidad: "Hola, Chellie". —Hola a todos —contesté. (Fonéticamente, esto sonó como "Hooola a'tohos".) —Chellie es un nombre interesante. ¿De dónde viene? —preguntó, mientras sonreía. —Es un nombre de familia —dije arrastrando las palabras— Mi madre es de Mississippi y su nombre es Chellie Le Nell. Mi abuela es Chellie Estelle, mi prima es Chellie Lou y yo soy Chellie Lynn. |