La iluminación me llegó un feliz día en una reunión de formación de redes en la que Jane Euler y Debra Lauzon, del despacho jurídico Lauzon y Euler, dieron una plática. Eran increíbles: jóvenes, cálidas, atentas, generosas y hábiles abogadas especializadas en derecho laboral y familiar. Disfruté mucho su presentación. Ellas habían puesto un enorme ramo de flores en la mesa junto al podio donde dieron su charla, y al terminar dijeron: "Tenemos folletos para todas, y un formulario de opiniones. Quienes lo llenen y lo entreguen participarán en la rifa de este hermoso arreglo floral". Vi, con ojos muy abiertos, que cada persona en la sala llenaba el formulario y lo entregaba. ¡Asombroso! ¿Cómo no se me había ocurrido antes? Reconozco que la idea es de ellas, y vi cómo funcionaba, así que, como toda buena emprendedora, copié su idea y comencé a organizar rifas de regalos al final de mis pláticas. En ese entonces no había escrito aún ningún libro, así que regalaba dinero. Empecé con un billete de $50 USD, que mostraba al final de mi charla, diciendo: "He hablado de dinero, así que voy a ser consecuente y a regalar este billete. Lo único que deben hacer es llenar la hoja de evaluación, y la que yo elija al azar ganará el dinero". Absolutamente todos los asistentes llenaban el formulario. Luego de unas cuantas pláticas, me pregunté si acaso no estaba regalando demasiado dinero y si eso también funcionaría con $20 USD. Funcionó. Un señor escribió en su hoja de evaluación que mi "idea más útil" había sido usar la rifa para conseguir 50 pistas de ventas por solo $20 USD. Al publicarse The Wealthy Spirit, regalaba un ejemplar en vez de dinero; con lo cual, no conseguía una buena reacción de todo el público, pero sí algo mejor: la de 100% de mi mercado objetivo; es decir, de las personas interesadas en mí y en mis productos y servicios. |