El primer paso en las ventas es la mercadotecnia; el segundo es la venta. Usted necesita ambos, y son completamente diferentes; no los confunda, y no deje fuera ninguno.

La diferencia es esta: mercadotecnia es dar aviso, y ventas, recibir dinero. Muchas mujeres tienen dificultades con uno de estos pasos o con ambos, más que nada porque pertenecen a la categoría de "cantar las propias loas". Y esto incomoda a muchas porque no quieren que se les considere arrogantes, jactanciosas, presumidas o descaradas. La sociedad refuerza la idea de que las mujeres demasiado audaces son poco femeninas, opinión que abrigan tanto hombres como mujeres.

Pero cada dólar en su cuenta bancaria es un reconocimiento de la gente a la que ayudó. Usted cree que su producto o servicio en realidad ayuda a la gente, ¿verdad? ¿No es cierto que muchas personas lo agradecen? ¿Acaso no son más ricas, felices, bellas, sanas, vigorosas, productivas o mejores de alguna otra manera gracias a lo que usted les proporcionó? Entonces, es lógico que si se lo oculta a la gente por no promoverlo ni hablar de él, ¡la perjudica en vez de beneficiarla!

Otra razón por la cual no hacemos llamadas de ventas es que no somos buenas para eso. ¿A usted le gusta hacer algo para lo que no es buena? Es mucho menos amenazador escribir otro artículo para el blog que llamarle a alguien; es mucho más fácil publicar algo en Facebook que buscar un momento para llamar a uno de sus amigos en esta red social para conocerlo mejor.

Adquirir nuevas habilidades implica tiempo y estudio, y usted podría no dominarlas de inmediato. He visto a muchas personas afirmar que no son buenas para llamar a la gente después de unos cuantos intentos. Si tomara clases de piano, no esperaría tocar bien de inmediato; reconocería que hay una curva de aprendizaje, y estaría dispuesta a dedicar tiempo, energía y dinero en aprender a tocar. Haría una pausa cuando cometiera errores, y seguiría intentando hasta corregirlos; tomaría entonces la lección o pieza siguiente y practicaría hasta ejecutarla de manera satisfactoria. ¡No se juzgaría tonta, mala o ridícula si no lo hiciera a la perfección al primer intento!