Ahorros e inversiones |
"¡Páguese a usted mismo primero!", es la lección de El hombre más rico de Babilonia, pequeña pero magnífica fábula escrita en 1926 por George Clason. O, como dijo una de las participantes en mi taller: "Las cuentas de ahorro son una salvación, ¡y yo necesito que me salven!". Hace años, un amigo actor, Joey, consiguió un papel en una serie de televisión. Me contó entonces que todos los demás miembros del reparto se pusieron a gastar como enajenados, derrochando en autos, casas, vinos caros, relojes de lujo, vacaciones, etc. Él depositó todo su dinero en una cuenta de ahorros. "Es mi póliza de seguro, gracias a la cual sé que nunca más tendré que volver a ser mesero", me dijo. La economía pasa cíclicamente por temporadas de escasez y de abundancia. Yo recuerdo las recesiones de principios de las décadas de 1970, 1980, 1990 y 2000. Estas depresiones siempre fueron seguidas por repuntes, y la economía volvió a prosperar. Por alguna razón, en tiempos de abundancia siempre parece que los buenos momentos llegaron para quedarse: "Sorteamos la tormenta, sobrevivimos, ahora nos está yendo muy bien otra vez ¡y por fin lo logramos! ¡Tenemos éxito, y siempre estaremos en la cima!". O al menos eso creemos. Por eso la gente comienza a hacer cargos de nuevo a su tarjeta de crédito; se ha mantenido un tiempo en su presupuesto bajo, y ahora hay más dinero, y quiere despilfarrar en su presupuesto alto. Se siente en libertad de hacer lo que no pudo cuando el dinero escaseaba. |