Todos los días veo en las noticias a personas que han pasado a mejor vida, algunas en forma prematura, otras, tardía. Nadie sabe cuándo morirá, solo que esto es inevitable. Cuando dicen que la vida es un viaje, no un destino, yo he oído decir: "Más vale gozar el viaje, porque el destino de la vida es la muerte". Jamás he visto las cosas de esa manera, pero es cierto, ¿no? Así que viva un poco y dé un poco. Compre dulces o galletas a los chicos que tocan a su puerta para ofrecérselos. Yo tengo por norma comprar todo lo que los niños ofrecen en la mía. Me gusta procurarles una venta afortunada, en recuerdo de todas las buenas personas que me dijeron que sí cuando yo era la niña nerviosa en la puerta, esperando vender. No, no debemos despilfarrar y gastar todo nuestro dinero en cuanto lo obtenemos. Debemos ahorrar parte de nuestro dinero y recursos, por si acaso llegamos a la categoría "supersenior", como mi padre llamaba a la etapa de la vida después de los 85. Pero pienso que demasiado dinero en el banco equivale a muchas oportunidades perdidas. Uno de mis derroches preferidos sucedió en Roma, en compañía de mis buenas amigas Shelley y Bobbi. De repente topamos con una nevería encantadora y deliciosa. Los clientes se hacían servir conos altísimos de varios sabores suculentos, coronados con banderas, torres Eiffel, arabescos, etcétera; nunca habíamos visto conos con decoraciones tan elaboradas. Como colegialas, nos enamoramos de ellos y los fuimos llenando de sabores de helado y toppings. No teníamos idea de cuánto habíamos gastado hasta que llegamos a la caja. ¡Cada cono costaba $25 USD! ¡Nos asustamos! Pero como no es posible devolver un helado, nos limitamos a reír y a devorarlos. Nuestras amigas en casa rieron mucho cuando yo les dije que nuestro viaje había sido un "plan de Shelley Lavender para conocer Europa con $2 000 USD diarios".7 Así que dése un gusto hoy. ¡Cuenta con mi aprobación! |