¿Qué tan a menudo restringimos nuestra realidad a menores niveles de posibilidad por no pedir lo suficiente? Mi amiga Carol Allen me dijo que es difícil que una masajista cobre más de $100 USD porque la mayoría de ellas jamás gastaría esa cantidad en un artículo de lujo como ese. Es difícil cobrar $2500 USD por un taller si uno no puede pagar esa cantidad para asistir a un evento así. Alan Cohen, en su libro A Deep Breath of Life (Un profundo aliento de vida), cuenta la historia de un hombre que murió y se fue al cielo. Dios le dio un paseo guiado, pero al pasar frente a una puerta le dijo: "No deberías entrar ahí". Desde luego, esto picó la curiosidad del hombre, quien le pidió a Dios que lo dejara entrar. Dios accedió, aunque le dijo que lo lamentaría. El hombre lanzó una exclamación frente a una sala llena de tesoros extraordinarios, y vagó entre ellos hasta toparse con un Rolls-Royce, hacia el que se precipitó diciendo: "¡Este es el auto que siempre quise tener!". Al ver su nombre grabado en el tablero, preguntó a Dios por qué nunca había recibido ese carro. Dios contestó: "Porque pediste un Oldsmobile". ¿Qué quiere de verdad? Eso podría estar ya empacado, listo y esperándolo. Lo único que debe hacer es pedirlo. |
8. ¡No se detenga! |
Hace unos años, en uno de mis primeros talleres de reducción del estrés financiero, una de las asistentes tuvo una sustancial experiencia de "eureka". Susan, una reclutadora de ejecutivos, era brillante, graciosa y relajada. Estábamos hablando de cómo trabajábamos, y ella dijo que solo lo hacía hasta conseguir una buena colocación y remuneración, tras lo cual se daba tiempo libre para divertirse. "Mmmm —pensé—. Esta señora está en mi curso para ganar más dinero. Me pregunto si en realidad se detiene cuando obtiene lo suficiente." Le pregunté entonces qué pasaría si seguía adelante con otra colocación en vez de detenerse en la primera. Entonces abrió mucho los ojos y me di cuenta de que nunca había pensado en eso. |