Sally no dejaba de parpadear, roja de rencor. "Llevo cinco años trabajando para estas personas y he hecho maravillas por ellas, ¡pero son tan avaras que solo me conceden aumentos de 3%!" Estaba tan exaltada que apenas podía permanecer en su silla. Aquel era un hermoso día de primavera y estábamos a la intemperie en el restaurante local. Yo supe que algo andaba mal en cuanto ella llegó. Sally era la directora ejecutiva de la Cámara de Comercio y una persona muy visible en la comunidad. Hacía un trabajo estupendo; yo había visto aumentar el número de miembros y programas de la Cámara durante su periodo en el cargo. No obstante, ignoraba que no se le pagara bien. —Cuéntamelo todo —le dije—, pero comienza desde el principio. ¿Cuánto tiempo llevas en ese puesto? —¡Cinco años! —exclamó ella, furiosa—, aunque empecé como secretaria de medio tiempo. He trabajado de tiempo completo en los últimos cuatro años, y asumido muchos deberes y responsabilidades adicionales. He triplicado el número de miembros y el presupuesto de la Cámara, ¡pero ellos solo me conceden aumentos anuales mínimos, basados en mi salario inicial como secretaria! Estaba frenética. —¡Voy a renunciar! —Respira hondo y relájate un minuto —le aconsejé—. Puedes renunciar en cualquier momento, esa es una opción de último recurso. Pero te gusta tu trabajo, salvo por la mala paga, así que ¿por qué no trabajamos juntas para tratar de obtener el dinero que mereces? Ella lo pensó un minuto, y luego estuvo de acuerdo en que no perdía nada con intentarlo. |