Sí. Según Babcock y Laschever, "cuando las mujeres aprendieron principios de autogestión y a prever obstáculos que podían causarles estrés y ansiedad, hicieron planes para vencer esos obstáculos, fijaron metas propias, practicaron con una compañera la seguridad en sí mismas y se premiaron celebrando las metas alcanzadas; por tanto, la brecha de género desapareció por completo en ese aspecto".

Al impartir mis talleres de reducción de estrés financiero, he visto a mujeres —y también a hombres— batallar con la asignación de precios. Si usted no asigna el precio correcto a sus productos y servicios, jamás ganará cuanto quiere —y merece— ganar. A la mayoría de la gente le angustia pedir dinero, aunque se trate de negociar un salario inicial o de fijar precio a los productos y servicios propios.

Sin embargo, los hombres tienden a tolerar su angustia y pedir dinero de todas maneras, mientras que las mujeres tenemos más dificultades para hacerlo.

¿Por qué estamos dispuestas a irnos a la quiebra en vez de pedir más?

He aquí algunas de las respuestas que obtuve al trabajar con mujeres para mejorar su condición financiera y pedir más:

■ "Mis clientes no se pueden permitir pagar más."

■ "Otros proveedores cobran menos, así que yo tengo que hacer lo mismo para ser competitiva."

■ "Temo que, si pido más, no obtendré el trabajo (o mis clientes se irán y me quedaré sin nada)."

■ "Me da miedo que, si pido más, mis clientes dejarán de estimarme."

■ "No quiero ser codiciosa."