Oré brevemente: "Dios, por favor pon en mi boca las palabras que deben ser oídas hoy para ayudar a alguien". Al instante dejé de sentirme nerviosa. Hablé con convicción, como nunca antes. Las palabras fluyeron, y no tuve necesidad de ver mis notas. Al final recibí un caluroso aplauso, y muchas mujeres se acercaron a platicar conmigo. Esto ocurrió en 1991, y desde entonces repito todos los días esa misma oración.

Todavía me río cuando me dicen: "Para ti es fácil; tienes ese talento natural". Pero, ¿creer que la gente nació con ciertas habilidades y talentos no es acaso más fácil que reconocer que tuvo que esforzarse para adquirirlos? Porque si la gente nació con un don especial, usted puede relajarse y decir: "Bueno, ella nació así y yo no, de manera que no tiene caso que intente ser como ella".

Una vez di una breve plática de 10 minutos ante 500 personas. Me fue muy bien y me aplaudieron mucho. Más tarde, una de mis amigas se acercó a felicitarme.

—¡Qué buen discurso!

—Muchas gracias —contesté.

—¿Te puedo hacer una pregunta? —inquirió.

—¡Por supuesto!

—¿Lo ensayaste?

La miré incrédula.

—¡Claro que sí! —respondí—. ¿O a poco crees que todo eso salió por sí solo, sin necesidad de escribirlo ni ensayarlo? Pasé horas escribiéndolo, y lo practiqué todos los días, ¡frente al espejo, en el coche, antes de acostarme y al despertar!

Ella hizo una mueca y me dijo:

—Temí que fueras a decirme eso —y se marchó.

No, no nací sabiendo hacerlo. Trabajé para lograrlo. Así, la mala noticia es que tendrá que esforzarse un poco para desarrollar seguridad y carisma. ¿Qué tiene esto de sorprendente? Usted también tuvo que esforzarse para ser buena en su trabajo, ¿no es cierto?

La buena noticia es que cuando estudie, practique y aprenda eso, se sentirá bastante bien, y hará presentaciones excelentes. Esto le implicará algo de tiempo y práctica, pero mejorará cada vez. Y luego, cuando le digan: "¡Para ti es fácil!, tienes un talento natural", reirá, justo como yo.