"¡Vaya! —pensé—. Después de tanto tiempo, él sigue deseando que tenga un sueldo y un empleo seguros."

Perteneciente a la generación de la Gran Depresión, mi papá me apoyó siempre en todos mis proyectos; el Banco de Mamá y Papá me ayudó en un par de ocasiones, cuando los asuntos se pusieron difíciles. Aquella noche comprendí que no había mencionado que todo había mejorado y que llevaba años obteniendo un cómodo ingreso de seis dígitos. Así que una o dos semanas después, mencioné a propósito ese hecho en una conversación, parando en seco a mi padre, quien me miró con una sonrisa de sorpresa y mucho orgullo. No volvió a decir nunca que yo necesitaba un empleo.

¿Por qué había omitido mencionar mi éxito financiero? Prefería pedir consejo a mi padre que jactarme de mi éxito, pero eso no le había dado a él una imagen exacta del trabajo que realizaba. Tuve que cambiar mi manera de pensar al respecto para poder modificar mis conversaciones con mi padre.

Así, cuando me aventuré a escribir este libro para mujeres de negocios, quería compartir sugerencias en cuanto a cómo interactuar con todas las personas con quienes ellas conviven a diario, además de estrategias de éxito financiero.

Y, quizás, mientras mujeres y hombres trabajamos por cambiar el juego de los negocios, a fin de que deje de ser una cultura de competencia en la que "el ganador se lleva todo" y se convierta en una de consenso en la que todos ganamos, nos sea posible conceder más atención y valor a la creación de riqueza más allá del dinero. Podríamos crear así centros de trabajo más ricos, plenos y satisfactorios, en beneficio de todos.