Por supuesto que no estoy sugiriendo que estemos en ese punto, o al menos no en Estados Unidos; sin embargo, hay muchas revoluciones en marcha en el mundo entero, y en el fondo está la privación de derechos económicos de grandes sectores sociales.

No obstante, creo que sí están dadas las condiciones para que ocurra una revolución silenciosa, que cambie el juego y lo abra a más jugadores; en el que los ricos no sean tan ricos ni los pobres tan pobres, y la mayoría prospere y sea feliz entre ambos extremos. Como dijo el ex secretario del Trabajo, Robert Reich, a David Lazarus, de Los Angeles Times: "Cuando tanto poder adquisitivo y tantas ganancias económicas se concentran en la cima, sencillamente no hay suficiente poder adquisitivo en el resto de la economía".

Cuando comenté estas ideas con una de mis amigas escritoras, Linda Sivertsen, me dijo: "Pero una compañía tiene que responder a sus accionistas, y a ellos no les va a gustar que baje el precio de las acciones". Yo repliqué: "Eso se debe a que esas personas vienen del antiguo paradigma en el cual el dinero es lo único que importa. Que los accionistas del antiguo orden vendan sus acciones y se vayan a otra parte. Y que la mercadotecnia se dirija ahora a los nuevos accionistas, quienes conceden peso a otros valores además del dinero".

Dos minutos después, Linda me mandó por correo electrónico un link con un informe en línea concerniente a cómo Tim Cook, director general de Apple, refrendó su compromiso con las iniciativas ecológicas y las fuentes de energía renovables. En una asamblea, ciertos accionistas conservadores alegaron que esa compañía no debía perseguir iniciativas que no mejoraran sus ganancias. Cook respondió: "Hacemos muchas cosas por razones distintas a las utilidades. Queremos dejar el mundo en mejores condiciones que como lo encontramos". Y añadió que quien no estuviera de acuerdo con eso, debía vender sus acciones.