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Sufrió.

—Fuera cual fuera el lugar donde la tuvo encerrada, sufrió mordeduras dolorosas e intensos picores —declara Scarpetta.

—¿De mosquitos? —sugiere Benton.

—¿Uno solo? ¿Una sola picadura entre los omóplatos? En ninguna otra parte del cuerpo hay abrasiones similares con inflamación, salvo en los codos y en las rodillas —continúa diciendo Scarpetta—. Abrasiones leves, raspaduras, como las que cabría esperar si una persona estuviera de rodillas o apoyada sobre los codos encima de una superficie rugosa. Pero esas abrasiones no tienen ese aspecto ni mucho menos.

Señala de nuevo la zona inflamada entre las dos paletillas.

—Mi teoría es que, cuando el asesino le disparó, ella se encontraba de rodillas —dice Benton.

—Para ello te basas en la forma de las manchas de sangre del pantalón. Cuando uno está arrodillado, ¿puede causarse abrasiones en las rodillas teniendo el pantalón puesto?

—Claro que sí.

—Entonces el asesino primero la mató y luego la desvistió. Eso plantea una situación muy distinta, ¿no? Si de verdad quería humillarla sexualmente y aterrorizarla, la habría obligado a desnudarse, a arrodillarse una vez desnuda, y después le hubiese metido el cañón de la escopeta en la boca y apretado el gatillo.

—Y qué me dices del casquillo encontrado en el recto.

—Podría ser un acto de rabia. A lo mejor el asesino quería que lo encontrásemos y lo relacionásemos con el caso de Florida.

—Estás sugiriendo que el asesinato de esta mujer podría haberse debido a un impulso, tal vez a un acceso de ira. Y también estás sugiriendo que existió un grado significativo de premeditación, de jugar a un juego, como si el asesino quisiera que relacionáramos este caso con aquel robo con homicidio. —Scarpetta lo mira.

—Todo tiene significado, al menos para él. Bienvenida al mundo de los sociópatas violentos.

—Bueno, una cosa está clara —dice ella—. Al menos durante un tiempo la víctima estuvo prisionera en un lugar en el que había actividad de insectos. Posiblemente hormigas rojas, quizás arañas, y las habitaciones de los hoteles normales no están infestadas de hormigas ni de arañas, al menos por aquí. Ni en esta época del año.

—Pero las tarántulas por lo general suelen ser mascotas, con independencia del clima —apunta Benton.

—La víctima fue raptada en otro lugar. ¿Exactamente dónde se halló el cadáver? —pregunta Scarpetta—. ¿Justo al lado de la laguna de Walden?

—Aproximadamente a quince metros de un sendero poco transitado en esta época del año. Lo encontró una familia que montaba en bicicleta por las inmediaciones del lago. Su perro, un labrador negro, se escapó hacia los árboles y empezó a ladrar.

—Qué cosa tan horrible para que le suceda a uno cuando está ocupado en sus cosas en la laguna de Walden.

Scarpetta examina el informe de la autopsia que aparece en pantalla.

—No llevaba mucho tiempo allí, dejaron el cadáver en ese lugar después de anochecer —dice—. Si lo que estoy leyendo aquí es correcto. Lo de después de anochecer tiene sentido. Y tal vez el asesino dejó el cadáver en ese sitio, fuera del sendero y no a la vista de todo el mundo, porque no quería arriesgarse a que lo vieran. Si de pronto hubiese aparecido alguien, aunque después de anochecer no era muy probable, él habría estado oculto entre los árboles con la víctima. Y todo esto —señala la capucha que cubre el rostro y lo que parece un pañal— se puede hacer en cuestión de minutos si uno lo tiene premeditado, ya ha hecho los agujeros para los ojos, el cadáver ya está desnudo, etcétera. Todo ello me hace sospechar que el asesino conocía la zona.

—Tiene lógica.

—¿Tienes hambre o piensas pasarte el día entero obsesionado aquí arriba?

—¿Qué has preparado? Según eso, decidiré.

Risotto alia Sbirraglia. También conocido como arroz con pollo.

¿Sbirraglia? —Benton la toma de la mano—. ¿Una exótica raza de pollo veneciano?

—Supuestamente el nombre proviene de la palabra sbirri, que es un término peyorativo que se aplica a la policía. Un poco de humor para un día que no tiene nada de gracioso.

—No entiendo qué tiene que ver la policía con un plato de pollo.

—Supuestamente, cuando los austríacos ocuparon Venecia, la policía se aficionó mucho a este plato en particular, si es que son de fiar mis fuentes de información culinaria. Y estaba pensando en abrir una botella de Soave o de Piave Pinot Bianco, que tiene más cuerpo. Tienes botellas de ambos en la bodega y, como dicen los venecianos, «el que bebe bien duerme bien, y el que duerme bien no piensa mal, no hace el mal y va al cielo», o algo así.

—Me temo que no existe en el mundo ningún vino capaz de impedirme pensar mal, o en el mal, mejor dicho —comenta Benton—. Y no creo en el cielo. Sólo en el infierno.