Capítulo 94

La torre de hormigón repleta de antenas electrónicas en la parte más elevada de Tel-Aviv, visible desde las montañas de Judea, constituye el eje de todas las comunicaciones militares, diplomáticas y secretas de Israel. Los increíbles avances tecnológicos de aquel diminuto país han resultado clave para su supervivencia, pero todavía no son capaces de sustituir el factor humano cuando se trata de tomar decisiones.

—La operación Brisa ha resultado un fiasco —afirmó Emmanuel, contrariado.

—Así es —reconoció Ariel Shavit, entrelazando las manos.

—¿De verdad crees que su padre no le dejó ningún documento comprometedor? —preguntó Emmanuel.

—Mi trabajo es desconfiar de todo. Me pagan para eso.

—Y, pese a ello, insistes en levantar el dispositivo de seguridad alrededor de Brisa.

—Sabes que desde el principio he sido partidario de importunar a esa chica lo menos posible. Si algo está claro, es que su padre siempre la mantuvo al margen de sus turbias relaciones.

Emmanuel jugueteó con la estilográfica y sonrió irónicamente.

—No me dirás que a estas alturas de tu vida te dejas influir por escrúpulos morales.

—Digamos más bien que prefiero guiarme por consideraciones prácticas —replicó Ariel—. Creo que tenemos mejores opciones de conseguir la información por otras vías, y prefiero concentrarme en ellas. Nuestros recursos no son ilimitados y tenemos que cubrir muchos frentes.

—Lo sé tan bien como tú, pero el presidente nos está presionando para que le ofrezcamos la lista completa de nombres.

—Ya tiene algunos. Si todo sale como espero, dentro de menos de una semana le ofreceremos el resto en una bandeja de plata. Confía en mí.

Emmanuel tamborileó sobre la mesa con los dedos y respiró profundamente.

—De acuerdo. Haremos las cosas a tu modo. Espero que no te equivoques.