LA semana pasada fue el cumpleaños de mi sobrina y mi hermano le regaló un ordenador nuevo. Así que yo he heredado el viejo. Es un portátil grande y muy usado, pero Yeray le formateó el disco, le metió los programas que me hacen falta y lo dejó como nuevo. Hasta que me pongan el ADSL, pirateo la wifi de algún vecino (no sé cuál). Cuando no va, me bajo a Las Canteras.
Cómo me conecte da igual. Lo importante es que he aprendido a programar una alerta en Google. Me enseñó Jenny. Puedes poner cualquier campo de búsqueda y, cuando ese campo aparece en Internet, el buscador te manda un email avisándote. Si el campo tiene más de una palabra, hay que ponerlo entre comillas, para que no te vuelvan loco.
Nada más estar a solas, introduje el nombre completo de Felo, leído en su carné de identidad, que enterré con él. «Rafael Jesús Santana Santana», escribí en la casilla. Luego puse un par de alertas más, por si acaso: «Rafael Santana Santana» y «Felo Santana Santana». Es una putada que su nombre sea tan común, porque en solo dos días han llegado un montón de alertas, pero ninguna se refiere a Felo, salvo una de 2003: la esquela de su madre.
Eso me ha recordado que quizá lo echen de menos sus hermanas. Aunque eso es mucho suponer. Puede que algún día se pregunten dónde está. Pero salvo ellas, nadie se va a preocupar de buscarlo y pensarán que ha hecho alguna faena de las suyas y que se está escondiendo. En cualquier caso, la desaparición del Albacora no parece haber causado gran daño al mundo.