FUENTES históricas.
Notas del primer escriba, volumen 96;
de la colección de T'vril Arameri.
(Entrevista realizada y transcrita originalmente por el primer escriba Y'li Denai/Arameri en el año 1512 del Brillo, así se prolongue eternamente. Grabada en una esfera de mensajes fija. Segunda trascripción completada por la bibliotecaria Sheta Arameri e el año 2250 del Brillo. ATENCIÓN: contiene referencias heréticas, marcadas como «RH». Se utiliza con permiso de la Literaria).
PRIMER ESCRIBA Y'LAI ARAMERI: ¿Estáis cómoda?
NEMUR SARFITH ENULAI:[1] Debería estarlo.
YA: Desde luego. Sois una invitada de los Arameri, Enulai Sarfith.
NS: ¡Exacto! (se ríe). Supongo que debería disfrutar del título mientras pueda. Dudo que tengáis muchos maro por aquí en el futuro.
YA: Veo que preferís no utilizar la nueva palabra, maroneh…[2]
NS: En realidad son tres palabras en la antigua lengua. «Maro n neh». Nadie lo sabe decir. Es complicado de pronunciar. Yo he sido maro toda mi vida. Seré maro hasta el momento de mi muerte. Para el que no falta mucho.
YA: A efectos de archivo, ¿podéis decir vuestra edad?
NS: El Padre me ha bendecido con doscientos dos años.
YA: (se ríe). Ya me habían dicho que aseguráis tal cosa.
NS: ¿Crees que miento?
YA: Bueno, señora… es decir, enulai…
NS: Llámame lo que quieras. Pero recuerda que los enulai siempre dicen la verdad, muchacho. La mentira es peligrosa. Y yo no me molestaría en mentirte por algo tan trivial como mi edad. ¡Así que anótala!
YA: Sí, señora. Ya lo he hecho.
NS: Los amn nunca escucháis. En los días anteriores a la Guerra,[3] os advertimos de que respetarais al Padre Oscuro (RH). No es nuestro enemigo, os advertimos, aunque lo fuera de Itempas el Brillante. Antes de la Guerra nos amaba más que la propia Enefa (RH). Qué cosas le habréis hecho para llenar su corazón con tanta rabia…
YA: Señora, por favor. Aquí no pronunciamos… ese nombre que habéis mencionado, el de…
NS: ¿Cuál? ¿Enefa? (grita). ¡Enefa, Enefa, Enefa!
YA: (suspira).
NS: Vuelve a mirarme así…
YA: Mis disculpas por faltaros al respeto, mi señora. Lo que sucede es que… el dominio absoluto de Itempas es el principio fundamental del Brillo.
NS: Yo amo al Señor Blanco tanto como tú. Escogió a mi pueblo como modelo para su imagen mortal (RH) y fuimos los primeros que recibimos la bendición de su sabiduría (RH). Las matemáticas, la astronomía, la escritura y… Todo eso, todo en su conjunto, lo hicimos nosotros antes que vosotros los senmitas, o que esos bastardos ignorantes del norte, o que ese hatajo de piratas de las islas. Pero a pesar de todos sus dones, siempre hemos recordado que era uno de los Tres. Sin sus hermanos, Él no es nada (RH).
YA: ¡Señora!
NS: Puedes denunciarme al jefe de tu familia, si lo deseas. ¿Qué va a hacer, matarme? ¿Destruir a mi pueblo? No tengo nada que perder, muchacho. Ésa es la única razón por la que he venido.
YA: Porque la familia real de los maro ha desaparecido.[4]
NS: No, idiota, porque los maro han desaparecido. Oh, si empezamos a tener bebés, puede que aún queden los suficientes de nosotros como para prolongar algún tiempo más esta penosa existencia, pero nunca volveremos a ser lo que éramos. Los amn nunca nos permitiréis recobrar nuestra antigua fuerza.
YA: Eh… Sí, señora. Pero, en concreto, el deber de los enulai era servir a la familia real, ¿no? Como… ah… veamos… como guardaespaldas y narradores.
NS: Como historiadores.
YA: Bueno, sí, pero gran parte de esa historia… aquí tengo una lista… estaba formada por mitos y leyendas…
NS: Todo era cierto.
YA: Señora, por favor…
NS: ¿Por qué os habéis molestado en llamarme?
YA: Porque también yo soy historiador.
NS: Pues entonces escucha. Eso es lo más importante que puede hacer un historiador. Oír con claridad con sus propios oídos, sin dejar que diez mil mentiras amn lo embarullen todo…
YA: Pero, señora, un ejemplo de las historias registradas por los enulai… El cuento de la Diosa Pez.
NS: Sí. Yiho, del clan Shoth. Aunque ahora estarán también todos muertos, supongo.
YA: En el cuento se dice que estuvo sentada junto a un río durante tres días en medio de una hambruna y que bancos enteros de peces de agua salada subieron nadando la corriente, de agua dulce, para arrojarse a las redes.
NS: Sí, sí. Y desde entonces, esas especies de peces han seguido remontando los ríos para desovar, año tras año. Ella cambió ese hábito para siempre.
YA: Pero eso es… ¿Se trata de un cuento de antes de la guerra? ¿Esa Yiho era una diosa?
NS: Claro que no. Al final del relato muere a avanzada edad, ¿no?
YA: Bueno, en ese caso…
NS: Pero los dioses tuvieron muchos hijos.
YA: (pausa). Por los dioses… (suena un golpe). ¡Ah!
NS: Eso por blasfemar.
YA: No me lo puedo creer (suspira). Tenéis razón, mis disculpas. Me he excedido. Lo que sucede… Estáis sugiriendo que la mujer del relato era… era una mestiza, una hija de los dioses…
NS: Todos somos hijos de los dioses. Pero Yiho era especial.
YA: (silencio).
NS: (se ríe). ¿Qué es lo que veo en esos ojos pálidos, muchacho? ¿De repente has empezado a escuchar? Ya iba siendo hora.
YA: A recordar, más bien. Muchas de las historias de los maro en mis fuentes están protagonizadas por los propios enulai.
NS: Sí, continúa…
YA: Cada miembro de la familia real tenía un enulai. Los educaban, los aconsejaban y los protegían del peligro…
NS: (se ríe). Al grano, muchacho. No me sobra el tiempo.
YA: Los protegían usando extrañas habilidades que la Literaria ha decretado imposibles o muy improbables…
NS: Porque vosotros los escribas no poseéis magia propia. La tomáis prestada usando la lengua de los dioses. Pero si pudierais hablar vosotros esa misma lengua sin que eso os matara, o, mejor aún, si pudierais crear algo con vuestra voluntad, podríais hacer todo lo que hacen los dioses. Y más cosas
YA: Ojalá no hubierais dicho eso, enulai Sarfith.
NS: (se ríe).
YA: Ya sabéis lo que tengo que hacer.
NS: (sigue riéndose). Ah, muchacho. ¿Acaso importa? Soy la última descendiente de los enulai, hija de Enefa, última en nacer de los dioses mortales que decidieron pasar los breves días de que disponían entre la humanidad. Todos los reyes y las reinas de los maro están muertos. Todos mis hijos y mis nietos están muertos. Todos los que llevábamos en las venas la sangre de la Madre Gris… estamos tan muertos como ella. ¿Para qué iba a molestarme en seguir ocultándome?
YA: (pide a un criado que llame a los guardias).
NS: (mientras él habla, en voz baja). Toda la progenie de los demonios ha desaparecido. Toda ella. No hay necesidad de seguir buscando. No queda ninguno.[5]
YA: Lo siento, (ininteligible).
NS: No lo sientas, (ininteligible) destruido los últimos demonios. Ya no hace falta seguir buscándolos.
YA: Ya no hace falta seguir buscándolos.
NS: Ya no quedan demonios en el mundo, en ninguna parte.
YA: No queda ninguno, (ininteligible hasta la llegada de los guardias). Adiós, enulai. Siento que las cosas hayan salido así.
NS: (se ríe). Yo no. Adiós, chico.
[Fin de la entrevista.][6]