Capítulo 54

Un piloto debe tener fe. En su talento, su juicio, el juicio de los que lo rodean, la física. Un piloto debe tener fe en su equipo, su coche, sus neumáticos, sus frenos, él mismo.

Sale mal de una curva. Se ve forzado a dejar el carril por el que transitaba. Va a demasiada velocidad. Los neumáticos pierden agarre. La pista está resbaladiza. Y de pronto, se encuentra a la salida de la curva, fuera de la pista y yendo demasiado rápido.

Cuando la grava del arcén se le acerca, el piloto debe tomar decisiones que afectarán a la carrera, a su futuro. Frenar sería catastrófico. Detener el movimiento natural de las ruedas delanteras sólo serviría para provocar un trompo. Tratar de volver a la pista no sería mejor, pues le quitaría tracción a sus ruedas traseras. ¿Qué hacer?

El piloto debe aceptar su destino. Debe aceptar el hecho de que se equivocó. Cometió errores de cálculo. Tomó malas decisiones. Una suma de circunstancias lo ha puesto en esta situación. El piloto debe aceptarlas y estar dispuesto a pagar el precio que corresponda. Debe salir de la terrible situación.

Con dos ruedas. Incluso con las cuatro. Es una sensación horrible para un piloto, como tal y como competidor. La grava que golpea el chasis. La sensación de nadar en el lodo. Mientras sus ruedas están fuera de la pista, otros conductores lo pasan. Ocupan su lugar, siguen adelante. El único que se detiene es él.

En ese momento, el piloto experimenta una tremenda crisis. Debe volver a pisar el acelerador. Debe regresar a la pista.

¡Dios! ¡Qué locura!

Piensa en todos los pilotos que debieron abandonar carreras cuando rompieron el volante por corregir en exceso una mala maniobra, lo que los dejó haciendo trompos en medio del asfalto. Una fea posición para un piloto.

Un ganador, un campeón, aceptará su destino. Dejará las ruedas en el arcén. Hará cuanto pueda por mantener el coche alineado y volverá gradualmente a la pista cuando sea seguro hacerlo. Sí, se atrasa un poco. Sí, queda en desventaja. Pero sigue en carrera. Sigue vivo. La carrera es larga. Correr dentro de las propias posibilidades y terminar detrás de los otros es mejor que apresurarse y chocar. Que no correr.