Capítulo 52

La pareja que estaba ante la puerta me era totalmente desconocida. Eran viejos y frágiles. Vestían ropas raídas. Llevaban antiguas maletas que abultaban por todos los lados. Olían a naftalina y a café.

Denny abrazó a la mujer y la besó en la mejilla. Tomó su maleta con una mano y con la otra estrechó la diestra del hombre. Entraron en el apartamento con paso vacilante. Denny se hizo cargo de sus abrigos.

—Ésta es vuestra habitación. —Llevó las maletas al dormitorio—. Yo dormiré en el sofá.

Los dos recién llegados no dijeron nada. Él era calvo, a excepción de una medialuna de opaco pelo negro. Su cráneo era largo y angosto. Sus ojos y sus mejillas estaban hundidos. Tenía el rostro cubierto de una incipiente barba gris que daba la impresión de pinchar mucho. La mujer tenía el pelo blanco, tan ralo que se le veía el cuero cabelludo. Llevaba gafas de sol, que no se quitó al entrar. Se quedaba totalmente quieta, a la espera de que el hombre que tenía al lado se moviera antes de hacerlo ella.

Le susurró algo en el oído a su acompañante.

—Tu madre necesita ir al baño —dijo el hombre.

—Yo la llevo. —Denny se colocó junto a la mujer y la tomó delicadamente del brazo.

—No, la llevo yo —dijo el hombre.

Ella lo tomó del brazo y él la condujo al vestíbulo donde estaba la entrada al lavabo.

—El interruptor está detrás de la toalla de mano.

—Ella no necesita luz —dijo el hombre.

Cuando entraron en el cuarto de baño, Denny se volvió y se frotó la cara con las manos.

—Cuánto me alegro de veros. —Habló sin apartar las manos del rostro—. Ha pasado tanto tiempo…