22. LAS DIVERSIONES

En al-Andalus hay diversiones de diario y las hay de gran fiesta. Ya hemos visto que en el zoco y en la calle abundan los artistas y los juglares que entretienen a los desocupados. Después del trabajo muchos hombres se reúnen en las tabernas a beber vino (en las épocas en que se tolera) o té de menta y a conversar con los amigos. En Sevilla, los alegres bebedores surcan el río nocturno apenas iluminado por los farolillos de las barcas entre libaciones, chistes, jolgorio, y hemos de suponer que a menudo en compañía de mujeres desinhibidas.

Los niños, como no tienen capacidad adquisitiva, se divierten organizando pedreas entre barrios rivales. A veces los angelitos se descalabran con garrotes (miqra).

Entre los espectáculos ocasionales destacan las peleas de perros, de gallos, de un león con un toro, de toros y perros y el hostigamiento y muerte del toro por perros y jinetes con lanzas, un remoto antecedente de las corridas.

Fuera de la ciudad existe una llanura despejada, la al-Musara, en la que se practican diversos deportes, especialmente carreras de caballos, populares desde el siglo XI, y el juego del polo (sawlayan). Desde el siglo XIV se celebran torneos y juegos de cañas o batallas fingidas en las que los jinetes exhiben sus habilidades compitiendo en agilidad y puntería. El juego consiste en lanzar cañas que deben acertar en el blanco, o en el juego de tablas, que consiste en abatir un tablero lanzándole un palo desde un caballo al galope.

Los jinetes andalusíes son muy hábiles en la monta de caballos pequeños y veloces, ligeramente ensillados, con estribo corto (a la jineta).

La caza es un deporte muy popular, y un entrenamiento para la guerra, propio de la clase noble. Los jinetes salen de montería a perseguir el ciervo o el jabalí. También entrenan halcones y otras aves rapaces para la caza de altanería («de vuelo alto»).

En las casas y en los cuarteles se juega bastante a las damas (qirq) y al ajedrez (sitrany) a partir del siglo IX (un juego persa de origen indio). También hay afición a diversos juegos de azar y a los dados (nard), aunque el islam los desaconseja.