21. LOS VESTIDOS

Entre los musulmanes, la prenda más común, tanto para hombres como para mujeres, es la camisa (qamis) de algodón o lino, cerrada, que se mete por la cabeza y llega, en algunos casos, hasta las rodillas. Su complemento son los zaragüelles (sarawil), calzones anchos ajustados a la cintura mediante un cordón (tikka) o, en ocasiones festivas, con un cinturón.

Los campesinos usan sayas de borra (saya o yubba) sobre camisa de algodón (durra’a) y, en tiempo frío, túnicas de lana cerradas (silhama) o abiertas hasta la cintura (yalla-biyya). A partir del siglo XIII se ven variaciones lujosas de la yubba, con mangas anchas y ricamente bordada, y otros no tan lujosos, con cintas bordadas en el cuello o las mangas.

Una variante lujosa de la camisa es la túnica (sihara), blanca, hasta los pies, que a veces se combina con una blusa (guala) de color. Cuando hace frío se ponen encima de estos vestidos una chaqueta enguatada (mahsuw o misha) o una pelliza de piel de oveja o de conejo (farw). Los campesinos se abrigan con un chaleco de piel de cordero (tasmir).

A partir del siglo XI se populariza una prenda de origen bereber: el albornoz (burnus), de lana, amplio, a veces provisto de capucha.

Las mujeres se protegen del frío con un manto (burd o mitra) o, en el buen tiempo, con un amplio velo (almayzar o milhafa) con las puntas atadas sobre la cabeza. En algunos casos cubren el rostro dejando solo un ojo destapado, con el que se orientan. Todavía en la época del viajero Münzer, año 1494, pervivían entre las moras los zaragüelles y la milhafa, sostenida con la mano derecha para tapar el rostro y dejar al descubierto solo los ojos. Una prenda bastante común son las medias de lana hasta la rodilla (yawrab).

En el buen tiempo se usan sandalias con suela de madera (yanka) o alpargatas con suela de esparto (nalga) o de corcho (qurq). En tiempo frío, botas de fieltro (juff). Los campesinos usan almadreñas (qabqab) o botas de piel de conejo o de oveja.

Los hombres llevan la cabeza descubierta o la cubren con un gorro de lino (kufiya) o un casquete de fieltro (sasiya). Las mujeres usan un velo amplio (miqna’a), o, en algunos casos, un velo de gasa transparente que cubre la cabeza dejando asomar los ojos (almimar). En verano, los campesinos y paseantes se guardan de los rigores del sol con un sombrero de paja de anchas alas (qunzu).

El referido músico Ziryab, árbitro de la elegancia en la Córdoba califal, importó la moda bagdadí consistente en prendas ligeras y blancas en los meses calurosos: finas túnicas (zihara), túnicas de seda cruda (jazz) y, en tiempo más frío, los brocados (dibay).

Los elegantes usan gorros cónicos adornados con piedras preciosas y bordados (uqruf) y con tocas de brocado (taq o taqqiya). Los juristas de la Córdoba califal se distinguen por el turbante (imama), una prenda que, en tiempos de los imperios bereberes (almorávides y almohades), se extendió al resto de la población.

A partir del siglo XIII, el atuendo musulmán sufre la influencia del modo de vestir de los victoriosos cristianos[43]. Se ponen de moda las sayas de paño. Los militares y los viajeros usan capa (qaba) cristiana y botas altas de cuero (ajfaf).

También se importan prendas magrebíes: en invierno, paños de color y albornoces de diversas hechuras; en verano, vestidos de seda, algodón, lino o pelo de cabra. El turbante decae y su uso se restringe a los juristas, como antiguamente. Por el contrario, gana adeptos el casquete de lana (gifara) rojo o verde para los musulmanes y amarillo para los judíos, así como el velo (miz’ar o taylasan) enrollado en la cabeza y con la punta caída sobre el hombro.

En la época nazarí, destaca en Almería y Málaga la industria de la confección, que produce tejidos de lujo con reflejos dorados (al-mawsi al-mudahhab) y sedas de vivos colores. Aún hoy es el tejido favorito para los trajes ceremoniales de damas pertenecientes a determinadas minorías étnicas españolas.

En la segunda mitad del siglo XV muchos moros y moras granadinos visten en las grandes ocasiones marlota (malluta) o aljuba. Esta prenda, de origen incierto, castellano o morisco, es una especie de gabán holgado y acampanado, abierto, con mangas, que puede llegar a media pierna o al tobillo, según modas. Su corte sencillo contrasta con la riqueza de los materiales, brocado, terciopelo o damasco, y sus colores vivos, azul, rojo, verde o amarillo.

En cuanto al corte de pelo, los castellanos en el siglo XV lo llevan corto y se afeitan la barba. Por el contrario, los moros de Granada lo llevan por los hombros, con raya en medio, y suelen gastar barbas.